El Santo Padre recordó que Jesús, María y José, la Sagrada Familia de Nazareth, rezaban, trabajaban y se comunicaban.
“Y yo me pregunto”, reflexionó el Pontífice, “tú, en tu familia, ¿sabes comunicarte, o eres como esos chicos que en la mesa cada uno con su celular está chateando? En esa mesa hay un silencio como si estuviesen en Misa, pero no se comunican. Debemos retomar la comunicación en familia. Los padres con los hijos con los abuelos. Comunicarse. Y los hermanos entre ellos. Esa es una misión que se debe cumplir hoy, precisamente en el día de la Sagrada Familia”.
En su reflexión, el Papa Francisco explico que el término ‘santa’ sitúa a esta familia en el ámbito de la santidad, que es regalo de Dios pero que, al mismo tiempo, supone una libre y responsable adhesión a su proyecto. Así fue para la familia de Nazareth: estuvo totalmente disponible a la voluntad de Dios”.
“¿Cómo no permanecer atónitos ante la docilidad de María a la acción del Espíritu Santo que le pide que sea la madre del Mesías? María, como cualquier otra mujer joven de su tiempo, estaba pendiente de concretizar su proyecto de vida casándose con José. Pero cuando se da cuenta de que Dios la llama a una misión particular, no duda en proclamarse su ‘sierva’”.
Francisco afirmó que Jesús exaltará de María “su grandeza no tanto por su papel de madre, sino por su obediencia a Dios. Jesús dice: ‘Bienaventurados aquellos que escuchan la palabra de Dios y la cumplen’. Como María. Y cuando no comprende plenamente los eventos que la afectan, María, en el silencio, medita, reflexiona y adora la iniciativa divina. Su presencia a los pies de la cruz consagra esta total disponibilidad”.
Por lo que afecta a José, “el Evangelio no nos ofrece ni una sola palabra suya: no habla, pero actúa obedeciendo. Es el hombre del silencio. El hombre de la obediencia. En el delicado momento en el que quiere rechazar en secreto a María porque está embarazada, su decisión tiene el objetivo de no ser un obstáculo en el proyecto de Dios y dejar a María libre de adherirse a la voluntad divina”.
“La actual página evangélica cita tres veces esta obediencia del justo José referida a la fuga a Egipto y al retorno a la tierra de Israel. Bajo la guía de Dios, representado por el Ángel, José aleja a su familia de las amenazas de Herodes. Y la salva”.
La Santa Familia “se solidariza así con todas las familias del mundo forzadas al exilio, se solidariza con todos aquellos que se han visto obligados a abandonar su propia tierra por culpa de la represión, de la violencia, de la guerra”.
“Finalmente, la tercera persona de la Sagrada Familia, Jesús, es la voluntad del Padre: en Él, dice San Pablo, no hay un ‘sí’ y un ‘no, sino sólo un ‘sí’. Eso se manifiesta en muchos momentos de su vida terrena. Por ejemplo, en el episodio del templo cuando responde a sus padres que lo buscaban angustiados: ‘¿No sabéis que yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre?’; su continuo repetir: ‘Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me ha enviado’; su oración en el Huerto de los Olivos: ‘Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad’”.
El Papa Francisco indicó que “todos estos eventos son la realización perfecta de las mismas palabras de Cristo que dice: ‘Tú no has querido ni sacrificio ni oferta. Así, yo he dicho: Aquí estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad’”.
“María, José, Jesús: La Sagrada Familia de Nazareth representa una respuesta coral a la voluntad del Padre. Los tres componentes de esta singular familia se ayudan recíprocamente a descubrir y realizar el proyecto de Dios”.
El Papa Francisco concluyó su reflexión previa al rezo del Ángelus subrayando que “la Santa Familia puede ser modelo de nuestras familias para que los padres y los hijos se apoyen mutuamente en adhesión al Evangelio, fundamento de la santidad de la familia”.
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