Comunión Espiritual: “Unidos a Cristo nunca estamos solos”

Pastoral para la Comunicación. – En el contexto que ahora se padece por el COVID-19 en el mundo, diversas parroquias y capillas ofrecen la transmisión de la Santa Misa en vivo a través de las redes sociales. En concordia con las autoridades de salud de distintas partes del mundo, varias conferencias episcopales han suspendido la celebración de la eucaristía como una medida preventiva para evitar aglomeraciones de personas y, por ende, focos de contagio de la enfermedad.

Una pregunta que surge está relacionada con la recepción del cuerpo de Cristo: ¿en tiempos de COVID-19 se puede practicar la comunión espiritual? Al respecto se ha difundido variada información, a este propósito el P. José Ignacio Fernández es licenciado en Teología Dogmática por la Universidad Gregoriana de Roma específicamente en el ámbito de la eclesiología. A lo cual subraya “ (…) la comunión espiritual es una dimensión que está presente desde el bautismo, en nuestra adhesión al Padre. “La eucaristía nos ayuda a manifestar sacramentalmente esa comunión”, precisa. Al profundizar en esta experiencia, “también sabemos que esto es una misión en cuanto que hemos sido invitados a ser portadores de la vida de Cristo”, indica. Fernández resalta que ese modo se concreta en la vía de la caridad, “de colaborar en nuestro día a día con las renuncias que hacemos para cuidar nuestra propia vida y la de lo demás”, enfatiza. Desde su punto de vista, es una oportunidad para crecer en la fraternidad y estar pendientes del otro, a distancia. Como lo compartió en artículo publicado por Vatican News.

En la misma nota el Padre Fernández recuerda la Iglesia católica ha considerado desde siempre la reserva eucarística, “que nace en un tiempo donde los enfermos no podían asistir, entonces permanecían en comunión con la comunidad desde el propio hogar”, afirma. Fuera de este contexto de emergencia sanitaria, ya existen otras ocasiones para la práctica de la comunión espiritual: cuando no se puede comulgar porque, desde su libertad, un cristiano considera que no se encuentra en estado de gracia. Para ello, no hay una oración específica estipulada, sino diversos modos (entre ellos, el silencio orante o alguna que se puede descargar desde Internet), pero el común denominador debe ser la conciencia de estar en comunión con Cristo y con los demás.

Finalmente, recuerda el unirse al sentir de los católicos del mundo entero, en particular a los enfermos portadores del virus y al personal sanitario: en esta situación de pandemia, en la que nos encontramos viviendo más o menos aislados, estamos invitados a redescubrir y profundizar el valor de la comunión que une a todos los miembros de la Iglesia. Unidos a Cristo nunca estamos solos, sino que formamos un solo Cuerpo, del cual Él es la Cabeza. Es una unión que se alimenta de la oración, y también de la comunión espiritual en la Eucaristía, una práctica muy recomendada cuando no es posible recibir el Sacramento.

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