Los datos que ha ofrecido China sobre esta epidemia no son creíbles. Sus gráficos de la evolución de la enfermedad allí no coinciden para nada con los de los países de los que sí que tenemos datos fiables. Ahora la política oficial es que han vencido al coronavirus y punto final.
La idea de que un país con 1 386 millones de habitantes no tiene ni un solo contagio resulta imposible de creer. Así lo han dicho, fuera de las cámaras, algunos epidemiólogos.
La impresión que se ha dado en los medios de comunicación es la de que, una vez vencido el virus, el confinamiento ha acabado en Wuham. Pero, aunque sea esa la impresión transmitida, lo cierto es que el confinamiento en esa ciudad sigue. Tras dos meses continúa. Aunque se vayan a ir levantando esas restricciones, gradualmente, a partir del 8 de abril.
De esto podemos aprender algunas cosas. ¿Estamos en condiciones de detener la economía durante dos meses? Incluso aunque lo hagamos, ¿China ha vencido al virus tras unas medidas tan extremas? En medio mes, ni Italia ni España hemos logrado ni siquiera llegar al pico del gráfico. Sea dicho de paso, el único gráfico seguro es el de muertes. El resto de factores como el de contagios es irreal. Si hiciéramos el doble de pruebas, tendríamos el doble de contagios. Resulta mejor centrarse en el de muertes para ver por dónde van las cosas.
Si con un millón y medio de parados más, no hemos llegado ni al pico de muertes, hay que plantearse si conviene prolongar este camino más allá de lo razonable: algunos hablan de continuar hasta junio. Lo repito, Italia comenzó este confinamiento antes y los resultados (después de tanto esfuerzo) no son precisamente esperanzadores.
Las declaraciones de Bolsonaro, ¡las varias declaraciones sobre este tema del coronavirus!, son la prueba de la poca calidad intelectual de ese jefe de Estado.
Sea dicho de paso, a Mike Pence (el vicepresidente de Estados Unidos) habría que darle un premio por su capacidad de situarse justo detrás o a lado de su presidente y, sea lo que sea que diga Trump, seguir manteniendo esa cara de esfinge egipcia. De verdad que se trata de una virtud admirable que, sin ninguna duda, ha requerido de mucho entrenamiento y de una capacidad innata que solo la naturaleza puede dar.
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