“En esos días, en algunas partes del mundo, se han evidenciado consecuencias, algunas consecuencias, de la epidemia. Una de ellas es el hambre. Se empieza a ver gente que tiene hambre, porque no puede trabajar, porque no tiene un trabajo fijo, y por muchas circunstancias. Ya comenzamos a ver el ‘luego’, que veremos más tarde, pero que empieza ahora”, argumentó el Santo Padre.
Por ello, pidió que “recemos por las familias que comienzan a sentir la necesidad a causa de la pandemia”.
Una de las consecuencias que tendrá la epidemia y el confinamiento de gran parte de la población será la destrucción de las economías de los países.
En muchos lugares ya se están produciendo despidos, cierre de empresas y la ruptura de los equilibrios presupuestarios de los Estados.
En una declaración ante periodistas en la sede de las Naciones Unidas el pasado 19 de marzo, el secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió del gran impacto que la epidemia de coronavirus va a tener sobre la economía mundial y señaló que se acerca una nueva recesión mundial que sufrirán más los países más pobres y vulnerables.
Como es lógico, la prioridad, la preocupación inmediata de los gobiernos y de los ciudadanos, es acabar con la epidemia que ya ha provocado más de medio millón de infectados en 201 países y más de 23 mil fallecidos.
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