El 13 de octubre, Ali Azhar, un musulmán de 44 años secuestró a la niña católica Arzoo cuando esta se dirigía a la tienda, dijo el 21 de octubre a la agencia vaticana Fides Nasir Raza, activista de derechos humanos que ayuda a la familia católica de Arzoo.
Según informó Fides el 29 de octubre, el secuestrador vivía en una casa aledaña a la vivienda de la familia Raja. Ese mismo día la niña fue convertida al islam y obligada a contraer matrimonio con Azhar. Actualmente, lleva dos semanas viviendo con su raptor.
Según señala Asia News, tras ser denunciados por la familia de la niña, los secuestradores se dirigieron al Tribunal Superior local. Posteriormente, el Tribunal los respaldó y concluyó que Arzoo aceptó libremente el islam y se casó voluntariamente con su secuestrador.
El 27 de octubre, se emitió la orden judicial que afirma que la niña era inicialmente católica, pero que “con el tiempo, habría entendido que el islam es una religión universal y pedido a sus padres y otros miembros de la familia que abrazaran el islam, pero estos se negaron categóricamente”, señaló Fides.
También, en el documento judicial “se aconseja a la policía que no realice ningún arresto en relación con la denuncia registrada en virtud del artículo 364-A del Código Penal de Pakistán [sobre el secuestro de una persona menor de 14 años]. De hecho, la policía debe brindar protección a la niña recién casada”, agregó.
Durante la audiencia, la madre de Arzoo, Rita Masih, se desbordó en lágrimas por la resolución del Tribunal, suplicó ver a su hija y luego sufrió un desmayo.
“Déjenme ver a mi hija, está ahí dentro, pero ellos [los secuestradores, la policía y el Tribunal] no me dejan ver a mi pequeña hija inocente. Arzoo, cariño, ven con tu mamá y dame un fuerte abrazo, mi querida hija. Tu hermana se enfermó por lo que te pasó; tu hermano ya no come; creen que vas a volver a casa”, dijo Rita.
“Mi hija sólo tiene 13 años, es inocente. Ellos [los secuestradores] siguen mintiendo y no me dejan ver a mi niña. ¡Quiero a mi hija de vuelta! ¡Por favor, por favor, ayúdenme!”, exclamó y luego se desmayó.
Pese a la súplica, la Corte, la policía y los secuestradores no le permitieron reunirse con su hija. En un video proporcionado por Asia News, se observa que en otra habitación, Arzoo llora y extiende sus brazos en dirección a su madre en un intento de abrazarla, pero la policía la mantiene alejada.
Frente al caso, la Comisión Nacional de Justicia y Paz (NCPJ) señaló en una declaración que “la familia de Arzoo ha mostrado su certificado de nacimiento, que prueba que tiene 13 años y que su matrimonio con Azhar viola la Ley de Sindh sobre Restricción del Matrimonio de Niños (Sindh Child Marriage Restraint Act)”.
Además, en el documento, el Obispo de Islamabad-Rawalpindi, presidente de la Conferencia Episcopal de Pakistán y presidente de NCPJ, Mons. Joseph Arshad, y el director de NCPJ, el P. Emmanuel Yousaf, pidieron al Gobierno que “intervenga en este caso, que ha ofendido a toda la comunidad cristiana de Pakistán”.
Por su parte, el Arzobispo de Karachi, Cardenal Joseph Coutts, pidió justicia por el caso de Arzoo y exigió medidas severas para evitar que estos ataques sigan ocurriendo. “Pedimos a las autoridades del gobierno de Sindh, a los agentes de policía y al poder judicial que se haga justicia con un juicio justo”.
“Esperamos que se adopten medidas severas para detener la creciente ola de secuestros y conversiones forzadas y matrimonios forzados de niñas que pertenecen a minorías religiosas en Pakistán. Por el momento, los ciudadanos de las minorías no se consideran seguros y con igualdad de derechos”, agregó.
En los últimos días, manifestantes en todo el país se congregaron y alzaron la voz para denunciar la violencia contra las minorías, los matrimonios forzados y para protestar por la injusticia cometida contra Arzoo Raja.
El 28 de octubre, el Vicario General de la Arquidiócesis de Karachi y responsable de la Comisión Diocesana de Justicia y Paz, el P. Saleh Diego, lideró una protesta en la entrada de la Catedral de San Patricio, en la que participaron más de 300 personas entre cristianos, hindúes y musulmanes, señaló Fides.
“Pedimos justicia para la menor Arzoo Raja, que solo tiene 13 años. La orden judicial que de hecho legitima el secuestro ha entristecido enormemente a la comunidad cristiana de Pakistán; según la orden, la niña tendrá que vivir con su secuestrador y la policía les garantizará protección”, dijo el P. Diego.
“La niña secuestrada ya lleva dos semanas con su secuestrador y el tribunal ha fallado a favor del secuestrador, es terrible. Haremos todo lo posible para hacerle justicia”, agregó.
Muchos activistas de derechos humanos también condenaron la decisión del Tribunal Superior por el caso de Arzoo y exigieron a las autoridades tomar acciones pronto para detener estos abusos.
“El juez ni siquiera pidió su certificado de nacimiento [de Arzoo] para demostrar su [minoría] de edad y no le permitieron reunirse con sus padres. Se trata de una orden injusta, en el que no se da prioridad a los documentos presentados por los padres que acrediten la edad correcta de la niña”, dijo Christian Ghazala Shafiq, activista por los derechos humanos a Fides.
“Condenamos enérgicamente los actos que se llevan a cabo en nombre de la religión. Ninguna religión permite que nadie sea obligado a convertirse y casarse con el secuestrador. Esto es secuestro y violación. Según la Ley de matrimonio infantil de la provincia de Sindh, no se puede permitir que nadie se case con menos de 18 años, las autoridades deben arrestar y castigar a los culpables”, dijo Shema Kirmani, musulmana y activista de derechos humanos, a Fides.
La Comisión de Justicia y Paz de Pakistán señaló a Asia News que también existen “muchos otros incidentes de este tipo que no se denuncian” y que las conversiones forzadas se han convertido en el mayor instrumento de persecución contra los cristianos e hindúes.
“Con demasiada facilidad y frecuencia las conversiones forzadas se disfrazan de conversiones voluntarias, lo que hace que las niñas sean muy vulnerables. Es responsabilidad del Estado legislar para proteger a sus ciudadanos, especialmente a las niñas menores de edad”, dijo Mons. Arshad.
“Lo horrible de las conversiones forzosas es que no se consideran un crimen, y mucho menos un problema que debería preocupar a la mayoría [musulmana] del país. No podemos permitir que se lleven a nuestras hijas y niñas, que las conviertan y las casen por la fuerza”, dijo el P. Yousaf.
“En 2016 se introdujo una ley contra las conversiones forzadas en la Asamblea Provincial de Sindh, pero todavía se está debatiendo. El gobierno debe trabajar para garantizar los derechos de las minorías religiosas en Pakistán, como establece nuestra Constitución”, concluyó.
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