Citando la fuga de la Sagrada Familia a Egipto, el escritor devocional y sacerdote de la Congregación de Clérigos Marianos, P. Donald Calloway, dijo a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– que San José es “muy empático” con quienes sufren el desempleo, ya que “él mismo en algún momento habría estado desempleado en la huida a Egipto”.
“Tuvieron que empacar todo e irse a un país extranjero sin nada. Ellos no planearon eso”, dijo el P. Calloway, autor del libro “Consagración a San José: Las maravillas de nuestro padre espiritual”.
El presbítero estadounidense sugirió que San José “en algún momento seguramente estuvo bastante preocupado: ¿cómo va a encontrar trabajo en un país extranjero, sin saber el idioma, sin conocer a la gente?”
Unos 20.6 millones de estadounidenses solicitaron beneficios por desempleo a finales de noviembre, según recientes informes. Muchos otros trabajan desde casa bajo las restricciones del coronavirus, mientras que innumerables trabajadores se enfrentan a lugares de trabajo donde pueden estar en riesgo de contraer la enfermedad.
El P. Sinclair Oubre, un defensor laboral, pensó también que la huida a Egipto fue un período de desempleo para San José, pero además un período que mostró un ejemplo de virtudes.
“Se mantiene concentrado: permanece abierto, sigue luchando, no se desmorona. Pudo ganarse la vida para él y su familia. Para aquellos que están desempleados, San José nos da un modelo de no permitir que las dificultades de la vida aplasten el espíritu, sino confiar en la providencia de Dios y agregar a esa providencia nuestra propia actitud y fuerte ética de trabajo”, dijo.
El P. Oubre es moderador pastoral de la Red Laboral Católica y director del Apostolado de los Mares de la Diócesis de Beaumont, que sirve a la gente de mar y otros en el trabajo en ese sector.
El P. Calloway reflexionó que la mayoría de las personas en la vida son trabajadores, ya sea al aire libre o en un escritorio.
“Pueden encontrar un modelo en San José Obrero. No importa cuál sea su trabajo, puede involucrar a Dios y puede ser beneficioso para usted, su familia y la sociedad en general”, aseguró.
El P. Oubre dijo que hay mucho que aprender al reflexionar sobre cómo el trabajo de San José nutrió y protegió a la Virgen María y a Jesús, y por lo tanto fue una forma de santificación del mundo.
“Si José no hizo lo que hizo, no habría forma de que la Virgen María, una soltera embarazada, pudiera haber sobrevivido en ese entorno”, acotó.
Por otra parte, dijo que “nos damos cuenta de que el trabajo que hacemos no es solo para este mundo, sino que podemos trabajar para ayudar a construir el Reino de Dios”. “El trabajo que hacemos se preocupa por los miembros de nuestra familia y nuestros hijos y ayuda a construir las generaciones futuras que están allí”, agregó.
El P. Calloway advirtió contra las “ideologías de lo que debería ser el trabajo”. “Puede convertirse en esclavitud. Las personas pueden volverse adictas al trabajo. Hay un malentendido sobre lo que se supone que es el trabajo”, dijo.
San José dio dignidad al trabajo “porque, como el elegido para ser el padre terrenal de Jesús, le enseñó al Hijo de Dios a realizar trabajos manuales. Se le encomendó enseñar al hijo de Dios un oficio, ser carpintero”, explicó el presbítero.
También advirtió que “no estamos llamados a ser esclavos de un oficio, ni a encontrar nuestro sentido último de la vida en nuestro trabajo, sino a permitir que nuestro trabajo glorifique a Dios, edifique la comunidad humana, sea una fuente de alegría para todos”.
“El fruto de su trabajo está destinado a ser disfrutado por usted mismo y por los demás, pero no a expensas de dañar a otros o privarlos de un salario justo o trabajar en exceso, o tener condiciones de trabajo que van más allá de la dignidad humana”, continuó.
El P. Oubre encontró una lección similar, diciendo que “nuestro trabajo está siempre al servicio de nuestra familia, nuestra comunidad, nuestra sociedad, del mundo mismo”.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.
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