¡Alto a los corruptos!, piden los obispos mexicanos








Ciudad de México (AICA): El Consejo Permanente del Episcopado Mexicano dio a conocer un comunicado titulado: “¡Alto a los corruptos!”, en el que denuncian la desastrosa situación de su nación debido al grave mal de la corrupción. Los prelados afirman que la corrupción es una forma de violencia que “al ocultarse en las estructuras de servicio público, se transforma en delincuencia organizada, ya que de manera descarada se impone “la coima” como condición a los ciudadanos para recibir un beneficio o servicio gratuito.



El Consejo Permanente del Episcopado Mexicano dio a conocer un comunicado titulado: “¡Alto a los corruptos!”, en el que denuncian la desastrosa situación de su nación debido al grave mal de la corrupción. Los prelados afirman que la corrupción es una forma de violencia que “al ocultarse en las estructuras de servicio público, se transforma en delincuencia organizada, ya que de manera descarada se impone “la coima” como condición a los ciudadanos para recibir un beneficio o servicio gratuito.

Los obispos de México señalan que, al igual que muchos compatriotas, sienten una “gran preocupación por el presente y por el futuro de nuestro País, que, entre otras cosas, se ve aquejado, desde hace muchos años, por el grave mal de la corrupción, “que favorece la impunidad y el enriquecimiento ilícito, la falta de confianza con respecto a las instituciones políticas, sobre todo en la administración de la justicia y en la inversión pública, no siempre clara, igual y eficaz para todos”.




En el documento, citando al papa Francisco, subrayan que “todos somos tentados de corrupción”, y que son los pobres quienes siempre pagan el precio de la corrupción de los políticos, de los empresarios y de los eclesiásticos que descuidan su deber pastoral. “Son quienes pagan el “Pagan los hospitales sin medicinas, los enfermos que no tienen remedio, los niños sin educación, cuando hay corrupción, también el pobre corre el riesgo de perder los valores, porque se le imponen costumbres, leyes, que son contrarias a los valores”, como dijo Francisco en una reciente reflexión.




Los obispos recuerdan que vienen insistiendo en sus mensajes pastorales sobre el mal que causa la corrupción; y aseveran que “para hacer frente a este gravísimo mal se requieren múltiples acciones conjuntas. Entre ellas, la reforma de leyes y la creación de instituciones que, de forma integral, coordinada y en tiempo real, prevengan, identifiquen, investiguen y modifiquen situaciones o condiciones que propicien la corrupción; sancionen oportunamente a los corruptos y hagan realidad el resarcimiento de los daños causados”.




Los pastores abogan por la creación de un efectivo Sistema Nacional Anticorrupción, conformado por organismos autónomos que, gozando de independencia, profesionalismo, confiabilidad, facultades y recursos, incluyan en su rango de acción a todos los Órganos del Estado a nivel federal, estatal y municipal, sin olvidar a los poderes judiciales federal y locales, así como a los órganos constitucionales autónomos.




El Consejo de presidencia de la CEM sostiene que “no puede quedar fuera de esta reforma la revisión del fuero del que gozan algunos servidores públicos y que podría hacer naufragar el sistema entero si es utilizado como “escudo” de impunidad. También debe replantearse la figura del “juicio político” tanto en sus sujetos como en los supuestos que lo pueden originar, ya que actualmente existe demasiada discrecionalidad y laxitud. Es indispensable que el combate a la corrupción no sea usado con fines de persecución política o de revancha mediática. Cualquier acto de corrupción amerita por sí mismo todo el peso de la ley”.




Los obispos piden en su mensaje la corresponsabilidad de los ciudadanos en la construcción de un México mejor y piden a los legisladores, a los diversos órdenes de gobierno y a los partidos políticos “un decidido y eficaz compromiso en la lucha contra la corrupción, que provoca innumerables males y pone en riesgo la confianza, valor fundamental para una convivencia pacífica y para el progreso. La gravedad del problema exige soluciones de fondo e inmediatas y no maquillajes que ya no engañan a nadie y sólo exacerban los ánimos”.




El texto completo de los obispos mexicanos puede leerse aquí.+







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