Según informó Radio Vaticana, en su homilía, el Purpurado recordó que el restablecimiento de las relaciones entre ambos países ha sido posible gracias a la “extraordinaria iniciativa” del Papa Francisco.
“Nada es imposible para Dios”, afirmó el Cardenal, quien aseguró que “a lo largo de los años no perdimos la esperanza. La historia está llena de sorpresas. Lo digo para consolarnos, cuando nos sentimos pesimistas... Que la señal de deshielo pueda contagiar al mundo entero, para que se afirme el diálogo en donde se combate”.
Por otro lado, el Arzobispo también agradeció a la Comunidad de San Egidio por su trabajo en Cuba “por los pobres y por los jóvenes”, ya que aseguró que “han compartido las alegrías y las angustias del pueblo”. En ese sentido también les dio las gracias por aceptar la responsabilidad de tener una parroquia en La Habana.
La Comunidad de San Egidio, tras 47 años de fundación, “continúa gastándose con pasión y entusiasmo, en un mundo complejo y conflictivo, en las grandes periferias humanas, para ir al encuentro de los pobres, sanar las heridas, abatir muros y hacer que nazca la paz” y lo hacen –agregó- “con simplicidad evangélica".
Por último, el Arzobispo se refirió a Mons. Óscar Romero, a quien calificó como “un ícono de esperanza… amigo de Dios, de los pobres y de su pueblo. Un obispo inolvidable por su fe y su palabra, un mártir de nuestros días”.
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