Así lo indicó el Santo Padre en el discurso que dirigió a quienes hacen posible esta revista, cuyo contenido es aprobado por la Secretaría de Estado del Vaticano antes de su publicación y que por su aniversario ha sido lanzada en español, inglés, francés y coreano.
En sus palabras a los jesuitas presentes, entre ellos el Prepósito General, P. Antonio Sosa; y el P. Antonio Spadaro, director de la revista, el Papa afirmó que “el católico no debe tener miedo al mar abierto, no debe buscar el refugio de puertos seguros. Sobre todo ustedes, como jesuitas, no se aferren a certezas y seguridades. El Señor nos llama a salir en misión, a remar a largo y no a jubilarnos para conservar certezas”.
Francisco hizo luego un breve recorrido por los 167 años de historia de la revista y su relación con la Sede de Pedro, para luego resaltar que “a vuestros antecesores ??les gustaba llamarse simplemente ‘trabajadores’. No ‘intelectuales’, sino ‘trabajadores’. Me gusta mucho esta definición que es humilde, modesta y muy eficaz. San Ignacio nos quiere obreros de la viña mística”.
Tres palabras y tres ejemplos a seguir
El Papa compartió en su reflexión tres claves para la misión de quienes hacen la revista y explicó que “la primera palabra es Inquietud. Si quieren vivir en puentes y en fronteras vuestra mente y vuestro corazón deben ser inquietos. A veces se confunde la seguridad de la doctrina con la sospecha por la investigación. Que para vosotros no sea así”.
“Los valores y las tradiciones cristianas no son piezas raras para guardar en las cajas de un museo. La certeza de la fe sea más bien el motor de vuestra búsqueda”, subrayó.
Como patrón en esta reflexión el Papa propuso a “San Pedro Fabro (1506-1546), hombre de grandes deseos, espíritu inquieto, nunca satisfecho, pionero del ecumenismo. Para Favre, cuando se plantean cosas difíciles es precisamente cuando se manifiesta el verdadero espíritu que mueve a la acción”.
“Una fe auténtica implica siempre un profundo deseo de cambiar el mundo. Que vuestra revista tome conciencia de las heridas de este mundo y encuentre terapias. Que sea una escritura que tiende a comprender el mal, pero también a verter aceite sobre las heridas abiertas, a sanar”.
Fabro, a quien el Papa Francisco incluyó en la lista de los santos en diciembre de 2013, “caminaba y murió joven de tanta fatiga, devorado por sus deseos para la mayor gloria de Dios. Ustedes caminan con vuestra inteligencia inquieta que los teclados del ordenador traducen en reflexiones útiles para la construcción de un mundo mejor, el Reino de Dios.
“La segunda palabra es Incompletezza (no completo). Dios es el Deus semper maior, el Dios que siempre nos sorprende. Por eso tienen que ser escritores y periodistas del pensamiento incompleto, es decir abierto y no cerrado ni rígido”.
Francisco alentó a los presentes a dejarse “guiar por el espíritu profético del Evangelio para tener una visión original, vital, dinámica, no obvia. Y esto sobre todo hoy en un mundo tan complejo y lleno de retos cuando parece triunfar ‘la cultura del naufragio’ –alimentada por el mesianismo profano, la mediocridad relativista, la sospecha y la rigidez– y la ‘cultura del contenedor’, donde todo lo que no funciona como uno quiere o que se considera inservible se tira”.
“Solo una mente verdaderamente abierta puede enfrentar la crisis y la comprensión de dónde se dirige el mundo, de cómo hacer frente a las crisis más urgentes y complejas, a la geopolítica, a los retos de la economía y a la grave crisis humanitaria vinculada al drama de la migración, que es el verdadero nudo político global de nuestros días”.
Como patrón de referencia en esta reflexión, el Pontífice propuso al Padre Mateo Ricci, evangelizador de la China en el siglo XVI que “compuso un gran mapamundi chino con los continentes y las islas desconocidas hasta entonces que sirvió para presentar aún mejor al pueblo chino otras civilizaciones”.
“Así, ustedes con sus artículos también están llamados a componer un ‘mapamundi’: muestren los descubrimientos recientes, den un nombre a los lugares, den a conocer cuál es el significado de la ‘civilización’ católica, pero también den a conocer a los católicos que Dios actúa también fuera de las fronteras de la Iglesia, en toda verdadera ‘civilización’, con el soplo del Espíritu”.
“La tercera palabra es Imaginación. Este, en la Iglesia y en el mundo es el tiempo del discernimiento. El discernimiento se realiza siempre a la presencia del Señor, mirando a los signos, escuchando las cosas que suceden, el sentir de la gente que conoce el camino humilde de la obstinación diaria, y especialmente de los pobres”.
La sabiduría del discernimiento, continuó el Papa, “rescata de la necesaria ambigüedad de la vida. Pero hay que penetrar en la ambigüedad, hay que entrar en ella, como hizo el Señor Jesús asumiendo nuestra carne. El pensamiento rígido no es divino porque Jesús asumió nuestra carne que no es rígida, si no en el momento de la muerte”.
“Por eso me gusta mucho la poesía, está llena de metáforas. Entender las metáforas ayuda a que el pensamiento sea ágil, intuitivo, flexible, agudo. El que tiene imaginación no se vuelve rígido, tiene sentido del humor, disfruta siempre de la dulzura de la misericordia y de la libertad interior”.
El que hace así, prosiguió, “es capaz de abrir amplias visiones incluso en espacios reducidos como lo hizo en sus pinturas el hermano Andrea Pozzo (1642-1709), abriendo con su imaginación espacios, cúpulas y pasillos, allí donde sólo había techos y paredes. Se los doy también como figura de referencia”.
“El pensamiento de la Iglesia debe recuperar genialidad y comprender cada vez más cómo el hombre se concibe hoy para desarrollar y profundizar su enseñanza. Y esta genialidad ayuda a entender que la vida no es un cuadro en blanco y negro. Es un cuadro en colores. Algunos claros y otro oscuros, algunos sutiles y otros brillantes. Pero los matices prevalecen”, resaltó Francisco.
“Y este es el espacio del discernimiento, el espacio en el que el Espíritu agita el cielo como el aire y el mar como agua. Vuestra tarea –como pedía el Beato Pablo VI– es vivir la confrontación ‘entre los deseos más acuciantes del hombre y el mensaje perenne del Evangelio’”.
“Y esos deseos acuciantes ya los llevan dentro de vosotros y en vuestra vida espiritual. Den a esta confrontación las formas más apropiadas, también nuevas, como hoy requiere el modo de comunicar, que cambia con el paso del tiempo”, concluyó.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 9 de febrero de 2017
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