Hoy ha sido un día normal en el hospital donde tengo la capellanía


Os aseguro que de ningún modo hoy iba a escribir sobre Amoris Laetitia. Pero tras la cena me ha venido un pensamiento que creo que es muy luminoso para todos los posts de fructífero diálogo que hemos tenido desde hace varias semanas.
Estaba pensando que el Evangelio es un mensaje que lleva a la pureza de corazón, a la castidad, al dominio de las pasiones. Eso es innegable. Porque es un mensaje que lleva, incluso, al sacrificio y a la Cruz.
Ahora bien, sin negar eso, sin negar ni una sola palabra de eso, ¿cuánto espacio dedica Jesús a hablar de cuestiones de lujuria, del sexto mandamiento y similares? Hemos de convenir que muy poco espacio en sus cuatro evangelios. Nuestro Maestro en sus enseñanzas insiste más en lo que quiere insistir, repite lo que quiere repetir, recalca lo que quiere recalcar. Me parece que nosotros, sin darnos cuenta, hemos insistido más en unos asuntos que en otros.
Sin duda, Aquél al que seguimos nos insistió más en el tema de la limosna y de los pobres que en estas cuestiones. Me parece muy lógico eso, porque he conocido a personas de las que no tengo ninguna duda que eran castos como un pino, pero duros con el prójimo como un inquisidor, egoístas que hacían sufrir al prójimo. Esto lo he visto. También he visto a individuos que no vivían en gracia de Dios respecto al sexto mandamiento, pero que eran buenos con el prójimo y muy religiosos. Esto también lo he visto.

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