Granjas integradas, un círculo virtuoso
Salvador Y Maldonado
Una tradición familiar, que tuvo como pivote inicial la producción de cerdo, ahora se ha diversificado, y en su historia reciente cuenta también con crianza de borregos y tilapias. Así ha sido el nuevo rumbo del Grupo Aviña en sus granjas de Tlaquepaque.
Este agronegocio integrador aplica el conocido refrán: “No hay que poner los huevos en una sola canasta”. Y este dicho se ha aplicado para no depender de los altibajos en el precio de los productos primarios, en los que la carne de cerdo ha sido vulnerable ante la libre importación, según lo ha señalado Irma Aviña, integrante de esta empresa.
En el modelo de negocio de esta agrupación se destaca el hecho de unas canchas de futbol en una interacción con instalaciones de crianza de marranos, ovejas y peces.
Respecto a la producción porcina, se enfrenta actualmente el reto de aumentar la capacidad reproductiva de las hembras, de manera que se mejoren las camadas de los lechones, así como consolidar el aprovechamiento de las excretas para la elaboración de composta, y la elaboración de producto alimenticio para los ovinos
También las excretas del cerdo y de los borregos se aprovechan en la elaboración de abono orgánico para su empleo en la cancha empastada de futbol.
La vulnerabilidad del precio del puerco y el castigo a las cotizaciones de las hortalizas por intermediarios, trajeron el reto de un rumbo distinto de la actividad, lo que prosperó con los campos deportivos y la producción de otras especies. Fue precisamente lo que trajo consigo la conversión de las huertas de hortalizas en las canchas de futbol y la introducción de los ovinos y las tilapias.
La experiencia de una integrante de la familia en la asesoría agropecuaria ha sido determinante en el reto asumido de un nuevo rumbo de esta empresa integradora y en el cumplimiento de sus objetivos, en los que ha jugado, ciertamente, una importante aportación de los apoyos oficiales.
El ensilado de la cerdaza se aplicó en la nutrición de los borregos, lo que representó un importante ahorro por la reducción del consumo de granos, además de fertilizar los pastos de la canchas. Posteriormente se instaló la granja de tilapia, cuya agua residual también se utiliza en el riego del césped del campo futbolero.
Actualmente, los retos son mejorar los niveles de eficiencia, lo que registra algunos avances, como el disponer de un biodigestor para procesar satisfactoriamente las excretas del cerdo con beneficios económicos y ambientales.
Tal proyecto ha sido beneficiado por el Esquema de Concurrencia con fondos estales y federales, además de la aportación de los propios involucrados.

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