“El Espíritu es el viento que nos empuja adelante, que nos mantiene en camino, nos hace sentir peregrinos y forasteros, y no nos permite aburguesarnos y convertirnos en un pueblo ‘sedentario’”, explicó.
El Papa afirmó que “la esperanza es como una vela” que “recoge el viento del Espíritu y los transforma en fuerza motriz que empuja la barca”.
“Los hombres tienen necesidad de esperanza para vivir tienen necesidad del Espíritu Santo para esperar”.
En este sentido, “abundar en la esperanza significa no desanimarse nunca, significa esperar ‘contra toda esperanza’, es decir, esperar también cuando viene de menos cada motivo humano que esperar, como fue para Abraham cuando Dios le pidió sacrificar a su único hijo, Isaac, y como fue, todavía mayor aún, para la Virgen María bajo la cruz de Jesús”.
Francisco subrayó que “el Espíritu Santo hace posible esta esperanza invencible dándonos testimonio interior de que somos hijos de Dios y sus herederos”.
El Papa también explicó que el Espíritu Santo “también hace que seamos sembradores de esperanza” y “consoladores y defensores de los hermanos”.
“Son sobre todo los pobres, los excluidos, los no amados los que necesitan de alguien que se haga para ellos ‘paráclito’, es decir, consolador y defensor”. Y “el Espíritu Santo alimenta la esperanza no solo del corazón de los hombres, sino también de toda la creación”.
El Santo Padre aprovechó para pedir respetar la creación porque “no se puede desfigurar un cuadro sin ofender al artista que lo ha creado”.
“Que la próxima fiesta de Pentecostés nos encuentre en oración, con María, la Madre de Jesús y nuestra. Y el don del Espíritu Santo nos haga abundar en la esperanza”, concluyó el Pontífice.
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