You are hereby terminated


Sobre el tema del cese del director del FBI, he guardado un prudente silencio hasta ahora. Era un asunto complejo, sobre el que se han dicho después más cosas contra Trump de difícil comprobación. Pero, en esencia, la acumulación de datos se resume en dos puntos indudables:
El presidente ha cesado de un cargo a alguien, a pesar de que había unánime acuerdo del Congreso y de los presidentes anteriores en que los designados debían permanecer diez años completos para mantener su independencia.
Las razones por las que lo ha cesado no son objetivamente suficientes para tal medida. He estudiado las declaraciones de unos y de otros, y nada hizo lo suficientemente grave que mereciera un cese, a pesar de sus errores en la declaración que realizó ante la comisión del Congreso. Errores involuntarios, pues se trataba de una materia fácil de verificar (nada excesivamente secreto) por funcionarios del FBI y que fue corregida al día siguiente.
Esto es lo que queda después de separar el grano de la paja, tras leer a los mejores expertos independientes. No hace falta insistir en que se trata de un tema grave. Y peor todavía que se tome una decisión de este calibre sin darle mayor importancia, acompañando el cese con un tweet que es una vergüenza. Indigno en un presidente de una nación, pero que lo hubiera sido también incluso en el empleador de una hamburguesería.
Los dos puntos a los que se reduce el asunto ofrecen una síntesis segura. Ahora bien, lo que es muy probable, por no decir seguro, es que el cese se deba a que el director del FBI no le ofreció seguridades de que se iba a dejar de investigar las conexiones con Rusia de personas cercanas a él.
Conociendo a Trump, si él hubiera recibido las seguridades que él deseaba de que el FBI daba carpetazo a todas las investigaciones iniciadas en el final de la presidencia de Obama, el presidente no se hubiera metido en semejante berenjenal despidiéndolo.
Lo repito, legalmente sí que puede disponer a su entera voluntad del cargo. Pero éticamente no. Y menos cuando era un rumor a voces que desde el final del mandato de Obama se había comenzado a investigar la red de conexiones rusas de ciertos individuos alrededor de Trump.
Pero igual de mal me parece que Trump no haya negado que no se estén grabando las conversaciones privadas en la Casa Blanca. ¡Eso es inaceptable! Viola flagrantemente el derecho a la intimidad. Pensé que semejante barbaridad había sido una excepción nixoniana, pero ahora ya no lo tengo claro. Si se está haciendo, tampoco pienso que haya sido una innovación donaldiana.
Este asunto de las grabaciones ya de por sí merecería que los representantes del Pueblo americano, a una, le pidieran al presidente que bajo juramento declarara si eso se ha hecho o no, ahora o anteriormente. Ya me parece increíble que, ante un asunto tan grave, no haya existido una negación rotunda y absoluta. ¡Grabar sin su conocimiento a los ciudadanos! Me da lo mismo que sea en un despacho. La democracia se basa en que un ciudadano tiene los mismos derechos que el presidente de su nación. En esencia, cualquier ciudadano tiene LOS MISMOS derechos que el jefe de Estado.
Los oficios son distintos, pero, en esencia, los derechos son iguales, porque derivan de la dignidad como ser humano de cada individuo, pobre o rico, gobernante o gobernado.
Siempre defenderé con todas mis fuerzas un gobierno del Pueblo y para el Pueblo. Una sociedad en la que todos sus integrantes sean exactamente iguales bajo el imperio de la Ley. Una nación en la que el más insignificante ciudadano pueda reírse, ridiculizar y satirizar a su gobernante sin el menor temor, a sabiendas de que es intocable. Sabiendo que toda la sociedad, como si fuera un solo hombre, defenderá al más pequeño de sus miembros frente a los cualquier exceso del gobernante.

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