Fr. Jorge Luna, Ofm
“Evangelizar es hacer presente en el mundo el reino de Dios”, con esta frase el Papa Francisco nos recuerda la necesidad de acentuar la dimensión social de la Evangelización, porque de no hacerlo, añade, es grande “el riesgo de desfigurar el sentido auténtico de la evangelización” (EvG 176). Esta frase orientará los Ejercicios espirituales del presente año en el Valle de la Misericordia, Casa de Oración.
La pertinencia del tema aparece clara ante nuestro contexto social, donde al lado de muy loables y positivas experiencias de solidaridad, sobresalen también graves y peligrosas situaciones como la corrupción, el empobrecimiento generalizado y la violencia creciente; recordemos, además, que nos encontramos en la coyuntura de un año de elecciones federales.
Por su parte, sabemos que la diócesis de Guadalajara tiene también como una de sus prioridades el especial cuidado ante la descomposición del tejido social, de ahí la oportunidad y conveniencia del tema para estos Ejercicios: “Luz del Evangelio para nuestra sociedad”, donde el Objetivo general será: Ponernos a la escucha del “Evangelio de la fraternidad y la justicia” (EvG 179)
En efecto, ¿Qué BUENA NOTICIA tenemos como Iglesia para nuestra sociedad? ¿Si la tenemos, la reconocemos y valoramos, de veras, como Buena noticia? ¿Tiene algo que decirnos el Evangelio en el contexto de nuestra sociedad? ¿Cómo descubrir, comprender y comunicar ese mensaje en nuestro actual contexto social? ¿Qué principios inspirados en el mensaje de Jesús podrían orientar hoy nuestra vida económica, política y social? ¿Qué pistas podríamos explorar para su adecuada aplicación? Deseamos escuchar esta Buena Noticia, deseamos escuchar “el Evangelio de la fraternidad y la justicia”.
El punto de partida de los temas puede ser una pregunta provocadora: ¿Ama Dios nuestra sociedad?. . . Valdría la pena conocer las diversas respuestas que cada uno daríamos a esta interrogante. Ciertamente el Papa nos recuerda que “nuestro Dios ama infinitamente lo humano”. ¿Pero cómo y dónde descubrir este amor en el contexto social en que vivimos? ¿Cómo descubrir y anunciar a “Dios en la ciudad”? Meditaremos cómo el evangelio es “efectivo amor a los hermanos”, donde cada persona es “prolongación de la Encarnación”, de manera que la salvación es integral, es decir, se ofrece para todos los seres humanos y para todo el ser humano. Y es que la fe constituye ella misma un gran deseo de mejorar el mundo, un anhelo de dejar algo mejor detrás nuestro. Todos estos puntos de reflexión se encuentran ya en la exhortación apostólica La alegría del evangelio del Papa Francisco, deseamos detenernos en ellos y tratar de profundizarlos.
Nos ocuparemos también de echar una mirada a la historia del cristianismo. Las predicaciones tratarán acerca del influjo social de la Iglesia primitiva en el Imperio romano: ¿Cómo fue ese influjo por parte del comportamiento de los cristianos? ¿Qué rol tuvo la mujer en esa época? ¿Cómo era visto en los primeros siglos del cristianismo el difícil tema de la pobreza y la riqueza? Y lo más importante: ¿Cómo esa historia ilumina hoy nuestra vida cristiana? Con estos temas nos acercaremos a conocer la manera como la luz del evangelio iluminó aquella época, y tal vez encontremos pistas para vivir nuestro cristianismo en la sociedad que nos toca vivir.
La figura de María de Nazaret estará muy presente con su testimonio de cuidado materno, al meditar en su cántico del Magnificat, el cual tiene también un fuerte contenido social glorificando y alabando al Dios que “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”. Además, si la Virgen de Zapopan es llamada la “Pacificadora”, ¿Qué sentido encontramos hoy a este título de nuestra madre? Acompañados de María intentaremos examinar el tema, y trataremos de obtener luces para trabajar por la paz en el hoy de nuestra vida social.
Finalmente, el tema de la Eucaristía cerrará nuestros Ejercicios espirituales; pondremos el acento sobre todo su dimensión social; para ello nos ayudarán las reflexiones del Santo Papa Juan Pablo II, quien subrayó de manera admirable esa dimensión llamándonos a todos a vivir una cultura eucarística.
Como cada año en Semana Santa, el marco de estas meditaciones es nuevamente la austera sencillez del Valle de la Misericordia, Casa de Oración. Oremos juntos para que el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida, se digne bendecir el servicio evangelizador de cuantos colaboran en esta misión.
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