Mirar a Cristo en el necesitado: Monseñor Polino Sánchez

Sonia Gabriela Ceja Ramírez

El sábado 27 de enero el padre Engelberto Polino Sánchez recibió una llamada de la nunciatura. Le pedían que asistiera al día siguiente, domingo 28, a las oficinas en México, pues Mons. Franco Cópola, representante del Papa en nuestro país, quería hacerle una consulta. La cita era a las 5 de la tarde.
“Una vez que llegó el Nuncio, me dijo al grano que el Papa se había fijado en mi para que colaborara con el señor Cardenal como Obispo Auxiliar de Guadalajara. Me preguntó que qué pensaba sobre esto y mi respuesta fue que pienso que hay sacerdotes mejores. Pero me dijo que en el fondo es Dios quien me está llamando… Él lo ha elegido y si Él lo eligió, Él le dará lo que usted necesita…”.

El día esperado
El anuncio se hizo oficial el viernes 2 de febrero. Sin poder dormir por los nervios desde que le fue anunciada la noticia, ese día las llamadas y mensajes comenzaron desde las 5 de la mañana, cuando la noticia fue publicada en Roma.
Llegó al Arzobispado alrededor de las 11.30 de la mañana y hasta entonces desconocía quienes serían los otros dos Obispos Auxiliares, pues entre los mensajes, llamadas y felicitaciones personales no había tenido oportunidad de ver quienes más habían sido nombrados. Lo supo hasta ahí, minutos antes de la Rueda de Prensa en la que fue anunciado el nombramiento.

3

20 años como pastor
El padre fue ordenado sacerdote el 1° de junio de 1997, lo que le da una amplia visión de la Iglesia de Guadalajara.
Al preguntarle cuáles vislumbra como las principales necesidades de la Arquidiócesis, Mons. Polino señala: “Me gusta mucho que tengamos un objetivo, siete líneas de acción, que sepamos quiénes son los agentes que deben trabajar e impulsar esto; que conozcamos las tres prioridades o periferias existenciales, y también ahora con la renovación de las estructuras, que podamos responder a esa nueva evangelización que queremos impulsar.
“El campo que yo he trabajado siempre es llevar la caridad, la misericordia siguiendo la invitación del Papa Francisco; el ir ahí a donde está la necesidad, es una manera de evangelizar. La Pastoral Social es eso, un medio para llevar la buena noticia de la salvación.
Al cuestionarlo sobre qué le pide a Dios ahora que ha sido llamado a esta nueva encomienda, el Padre Beto, responde “Le pido que me ayude a no estorbar sino a facilitar el que Él siga siendo conocido, amado, y sobre todo proyectado en la sociedad, en la vida de cada uno de los que habitamos este territorio de Guadalajara, esta Iglesia local”.

Papás P. Beto

• Nació en Teuchitlán, Jalisco (14 de marzo de 1966).
• Hijo del Sr. Alberto Polino Torres (+) y de la Sra. María Sánchez  Gutiérrez.
• Es el tercero de 1O hermanos: (Leticia, José Antonio, Engelberto, Patricia, Elizabeth, María Concepción, Salvador, Graciela, Alejandro y José Manuel).
• Estudió el Bachillerato, la Filosofía y la Teología en el Seminario Diocesano de Guadalajara (1985-1996).
• El 26 de mayo de 1996, recibió la ordenación diaconal por manos del Sr. Cardenal Juan Sandoval Íñiguez.
• Fue nombrado miembro de la Pastoral el Trabajo y auxiliar en la Capellanía de Nuestra Señora de la Aurora (1996-1997).
• El 1 de junio de 1997 fue ordenado Sacerdote por el Sr. Obispo Auxiliar D. Javier Navarro Rodríguez, y nombrado vicario parroquial en San Antonio de Padua, en la Colonia Moderna.
• Asesor Diocesano de la Pastoral del Trabajo (1998-2010).
• Párroco de Santa Elena de la Cruz (agosto de 1999 a marzo de 2011).
• Decano y subdecano de Zapopan Estadio.
• 2010-2016 Coordinador Diocesano Pastoral Social.
• En marzo de 2011, fue designado párroco de San Bernardo.
• En 2014 Coordinador de Pastoral Social de la Provincia Eclesiástica de Guadalajara.
• En 2017 es nombrado Decano del Dulce Nombre de Jesús.
• El 2 de febrero de 2018, el Santo Padre Francisco lo ha nombrado Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Guadalajara, asignándole la Sede Titular de Vazari Didda.

IMG_5816

El lunes 14 de marzo de 1966, nació en Teuchitlán el tercer hijo de la familia Polino Sánchez… Engelberto. Su infancia transcurrió entre el estudio, el juego, pero también el trabajo en el campo, ayudando a su papá.
“Cuando terminé la Secundaria dejé de estudiar un año. El señor Cura Francisco Bonilla, en ese tiempo párroco de Teuchitlán, me invitó al preseminario, pero yo no tenía inquietud vocacional.
“Yo siempre, cuando me preguntaban qué iba a hacer, decía que me iba a casar, iba a tener muchos hijos y que además iba a ser maestro”.
“Después de eso me fui a estudiar Contabilidad a Tala y cuando terminé,
el director de la escuela me invitó a trabajar como maestro auxiliar. Fue cuando empezó una revolución dentro de mí, pues no me sentía satisfecho a pesar de que era lo que yo quería, entonces empecé a pensar, ¿y si me caso y tampoco me siento satisfecho?
“El señor Cura Bonilla me invitó a preparar el cantamisa de un seminarista que se iba a ordenar, y así empezó a crecer mi inquietud por la vida sacerdotal”.
Dios lo llamó
en medio de la pista
El llamado definitivo le llegó en una fiesta, cuando escuchó las llamadas a Misa. “Yo nunca fui bueno para tomar pero me gustaba mucho bailar. Estaba bailando y me surgió el deseo de ir. Me despedí de mis amigos y amigas, y me encaminé al templo. Al terminar la Misa, esperé al señor Cura y le pregunte qué se necesitaba para ir al preseminario. El señor Cura se echó una carcajada como diciendo, este ya cayó.
“Cuando ya le había dicho que sí quería ir, me costaba trabajo decirle a mi novia y a mis papás… me daba vergüenza decirle a mis amigos.
“El chiste es que fui posponiendo todo eso, hasta que un día antes del preseminario, fui con el señor cura a decirle que no iba a ir. Pero cuando llegué lo encontré muy emocionado y me dijo: ya está todo listo, ya te inscribimos, mañana pasa Don Enrique (una persona que colaboraba en el templo) por ti. No me dio oportunidad de decirle que no”.

También hubo pruebas
Entró al Seminario a los 19 años y desde el inicio asegura que le puso mucho empeño, sin embargo, también llegaron las crisis.
“La última, fue un día antes de la ordenación diaconal. Me cuestionaba si realmente Dios me quería para el sacerdocio o como yo pensaba cuando era niño, para el matrimonio, pero cuando el señor Cardenal Juan Sandoval me impuso las manos yo sentí como que se despejaban todas mis dudas, y me dije: Yo nací para esto”.
Su ordenación sacerdotal fue en la plaza de Teuchitlán el 1° de junio de 1997, de manos del Sr. Obispo Javier Navarro Rodríguez, entonces Auxiliar de Guadalajara y hoy Obispo de Zamora. El entonces diácono, Padre Beto, entregó la invitación casa por casa y asistieron alrededor de 4 mil personas de Teuchitlán así como de los pueblos vecinos.

El mayor reto,
que lo quisieran
Su primer destino como sacerdote fue San Antonio de Padua, con el señor cura Manuel Plascencia “fue una experiencia muy bonita, hicimos muy buen equipo. La comunidad muy bonita y muy viva”.
A los dos años, fue nombrado párroco de Santa Elena de la Cruz, su primera experiencia como señor Cura, un primer encuentro que resultó algo complicado. “En la comunidad querían mucho al sacerdote anterior que había estado ahí como 27 años; un sacerdote dinámico, amado por la comunidad, muy trabajador, el padre José María Velazco, y entonces me fue muy difícil llegar porque no me aceptaban.
“Mi reto fue ganarme a la gente y que me quisieran tanto como al párroco anterior. Al final fue una experiencia muy bonita y de cercanía con la gente”.

El gusto por lo social
Desde seminarista, el joven Beto había apoyado a Cáritas y conocía también algo de la Pastoral Penitenciaria, sin embargo, una vez ordenado diácono fue invitado a trabajar en la Pastoral del Trabajo, estancia que se prolongó pues un año después de haber sido ordenado sacerdote, el señor Cardenal Juan Sandoval lo nombró como coordinador de esa área, cargo que ocupó durante 12 años.
Después de ese tiempo fue nombrado coordinador de la Pastoral Social a nivel diocesano, encargo que dejó hace poco más de un año pues quería enfocarse a las obras sociales de su entonces parroquia San Bernardo. “No le pude dedicar mucho, porque luego me nombraron decano y me tuve que ocupar de eso hasta ahora que llega este nuevo nombramiento”.
A San Bernardo llegó hace siete años: “Yo tenía ganas de un cambio porque estaba tan a gusto en Santa Elena que sentía que me estaba estancando. Tenía 12 años allá”.
Este cambio tampoco fue fácil porque el anterior párroco, padre Pedro Castro (+), tenía más de 35 años en la parroquia. “Había muchas obras sociales y era una parroquia con un gasto operativo excesivo, pero la providencia de Dios se manifestó y pudimos sacarlo adelante”.

Servir a Cristo
en el necesitado
“En estos 20 años lo que más he disfrutado de mi sacerdocio es el poder crear proyectos; observar una necesidad y ver cómo podemos solucionarla. La caridad es lo que más me llena; el estar en contacto con ese Cristo necesitado, que sufre, y ver de qué manera podemos acercarle esa ayuda que necesita en esa situación concreta que vive”.
Designado para trabajar con los laicos de la Arquidiócesis, Mons. Polino Sánchez lo vislumbra como una tarea sencilla y gratificante.
Asegura que si bien, en Guadalajara hay muchos laicos comprometidos con el trabajo pastoral, hace falta llevar ese trabajo hacia afuera. “Nos hace falta trabajar con los laicos para la transformación del mundo. Creo que nos hemos quedado en formar a los laicos para que dirijan movimientos, para que promuevan algún carisma dentro de la Iglesia, pero necesitamos trabajar un poquito más para que, en sus campos de trabajo, ya sea en las empresas o incluso en el bonito y difícil campo de  la política, desde el servicio que ellos ofrecen, vayan siendo instrumentos en la construcción del Reino”.

Desde los ojos de su prójimo

Familiares, amigos y colaboradores coinciden en su carácter alegre, sencillo, servicial y respetuoso,   pero también en su  firmeza para trabajar y tomar decisiones.

Fue el más vago

Con mucha discreción la señora María Sánchez Gutiérrez, mamá del Obispo Auxiliar Electo, Mons. Engelberto Polino Sánchez, refiere que se enteró del nombramiento de su hijo a través de la televisión.
El sentimiento fue de mucha sorpresa y emoción, no pudo contener las lágrimas por la alegría de que el Santo Padre se hubiera fijado en su hijo. Y es que de pequeño, el tercero de sus hijos, Beto, era sumamente inquieto: “Se la pasaba haciendo averías, era muy travieso”.
Desde pequeño conoció el trabajo pues salía al campo a laborar con su papá Alberto en la siembra y con el ganado. Luego, siendo adolescente, trabajó como mesero, para posteriormente incorporarse como profesor en Tala.
Siendo niño nunca manifestó su deseo de ser Sacerdote.
Su mamá recuerda que cuando lo llevaron al Preseminario se sintió triste pues “nunca se había separado de nosotros”.
A inicio del siguiente ciclo escolar dejó su casa para venir a Guadalajara a estudiar en el Seminario. El día de la ordenación fue una gran alegría.
Respecto a su carácter, la madre de familia asegura que su hijo siempre ha sido sencillo y alegre.
Los platillos favoritos de los que aún le prepara su mamá son los chiles rellenos, la carne con chile y no puede faltar la birria preparada en el horno artesanal de su casa.

Continúa siendo el
travieso de la familia
Mary, una de las hermanas del señor Obispo señala que se enteró del nombramiento por el párroco de la comunidad en Teuchitlán. “Yo hablé a la parroquia para hacer una pregunta sobre el catecismo y me dijo la secretaria, cómo es posible que la hermana del Obispo no sepa eso, pero yo pensé que estaba bromeando, pero luego me pasó al padre y él fue quien me dio la noticia de que Beto mi hermano había sido nombrado Obispo”.
Mary refiere, con los ojos vidriosos, que los sentimientos son encontrados, por una parte experimenta una gran alegría, pero por otra, preocupación porque sabe que la responsabilidad es muy grande.
Asegura que su hermano era y continúa siendo vaguísimo. Recordó algunas travesuras que hacía de niño.

Con hermanos

Buen hermano y
buen patrón

Cuando su hermano Beto se fue al Seminario, Salvador todavía era pequeño. Sin embargo, en los últimos años, tanto en la parroquia de Santa Elena, como en San Bernardo, Chava ha tenido la oportunidad de estar muy cerca de su hermano sacerdote, pues dedicándose a la construcción, lo ha apoyado en las obras materiales que ha realizado en ambas comunidades.
“Como hermano es muy bueno, muy paciente, muy buen patrón. Aunque tiene también su lado, porque cuando se tiene que enojar se enoja para resolver las cosas, es decir, tiene carácter”.
Respecto a sus cualidades, Chava asegura que su hermano es muy trabajador. “Desde que estaba en la casa lo era y como sacerdote, en todas las comunidades, se ha destacado por estar cerca de la gente, por trabajar y hacer obras para la comunidad. Esa es su fuerza.
“Aquí (en Teuchitlán) sembrábamos maíz, frijol, sorgo. Y él ya siendo seminarista, los fines de semana que venía trabajaba con un tío como ayudante de albañil. Era la forma de juntar algo de dinerito para poder sacar sus estudios”.
Pero es que además de su propio esfuerzo hubo muchas personas que lo apoyaron, entre ellas su abuelita: “Mi mamá Juanita, afuera de su casa ponía una mesita con venta de dulces y todo lo que sacaba era para ayudar a Beto en el Seminario, ya fuera para comprarle zapatos o algo de ropa.
“Había también una bienhechora, la señorita Nena Trujillo, quien tenía una tienda de ropa y zapatería, y también cuando Beto traía los zapatos rotos, le regalaba un par nuevo”.
En Teuchitlán la gente lo conoce y lo quiere: “Aquí es Beto. A él le gusta que los amigos y vecinos le llamen así.
“Los martes que es su día de descanso, regularmente viene a Teuchitlán, le gusta ir a los Guachimontones o caminar a la orilla del río; le gusta mucho ir al campo, subir al cerro, tomar una siesta sobre una piedra, recorrer los caminos que recorría desde que era niño y salía a trabajar al campo”, asegura su hermano.

de joven

Un buen alumno
El profesor Arturo Javier Sotelo Avilés fue maestro de Ciencias Sociales y de Español, del ahora señor Obispo durante la Secundaria. Aunque en su casa era un niño travieso, cuando había que ponerle seriedad a las cosas lo hacía, pues en la escuela era un alumno tranquilo, refiere su maestro.
“Yo lo conocí en la Iglesia. Él era acólito y yo estaba en el coro. Posteriormente fue mi alumno.
“Era puntual, muy limpio y carismático. Preciso en sus respuestas, desde entonces era sobresaliente. Su papá, don Alberto, se preocupaba mucho por su educación y siempre estaba al tanto de todos sus hijos”.
Asegura que siempre que se encuentran en el pueblo se saludan con mucho afecto.

4

El sacerdote que
lo bautizó
El padre Antonio Flores Flores nació en Zapotlán del Rey, el 10 de mayo de 1923. Fue ordenado sacerdote en 1952, y desde hace cinco años se encuentra en el Albergue Trinitario Sacerdotal.
Aunque su cuerpo comienza a flaquear, no pierde el sentido del humor ni la cordura.
Recuerda perfectamente haber llegado como párroco a Teuchitlán en abril de 1965, mientras que el siguiente marzo, el de 1966, nacería el hoy Obispo Engelberto Polino Sánchez, a quién él inició en la vida cristiana mediante el sacramento del Bautismo.
Refiere que durante su estancia de 14 años en Teuchitlán tuvo una buena relación con la familia Polino  Sánchez. “Después de ahí, no lo volví a ver hasta su ordenación”.
“Luego, con dos años de ordenado lo hicieron párroco en Santa Elena, donde fue mi cura. Yo ya cansado y fatigado de trabajar llegué ahí en el 95 y 5 años después llegó él y fue mi cura durante 11 años.
“Desde que estoy en el Trinitario, viene, me visita y me lleva a comer cada 3 o 4 meses. Nunca me ha olvidado.
“De esas veces que me trajo después de comer, se despidió, y le dije: -Hey, ¿Por qué me besas la mano? Y me respondió: Al papá se le besa la mano…- Eso quiere decir que me quiere bien y me respeta mucho. Y yo lo quiero mucho a Beto, es muy bonito sacerdote. Tiene muchas cualidades”.

11

El jefe y amigo
Laura Patricia López Navarro y el Padre Engelberto se conocieron en septiembre de 1996, hace más de 21 años, cuando él, entonces diácono, fue designado para prestar su servicio en la Pastoral del Trabajo, donde Paty tenía pocos meses laborando. Desde entonces han trabajado, juntos colaborando de manera estrecha.
La relación con el jefe y el amigo ha sido cómoda, pues, “es muy fácil entablar el diálogo con él, es una persona muy comprensiva, pero también sabe apretar cuando es necesario”, refiere la entrevistada.
“Es muy dedicado, siempre ha sido una persona muy enfocada al trabajo; es muy creativo y de repente uno no le puede seguir el paso porque siempre está buscando nuevas maneras de ayudar a la gente; siempre está generando nuevos proyectos.
“Es muy agradable en su trato, esto no significa que no se enoje, pero por lo general tiene muy buen ánimo, lo que hace fácil trabajar con él”.
Respecto a los rasgos de su carácter que pueden servirle para desarrollar su ministerio como Obispo, Paty refirió que “es una persona que sabe escuchar. Cuando uno llega a plantearle un problema, desde que le estás comentando, él ya está generando soluciones.
“Entre sus cualidades, yo veo mucho el amor a su pueblo y el hecho de que quiere muchísimo a su familia. Quiere mucho a la gente, pero más a la gente pobre, eso le ayuda a no perder el piso, a saber dónde está parado y hacia dónde quiere ir; eso le da firmeza a sus pasos.
“Otras cualidades son que es una persona optimista y muy alegre”.
Enferma desde hace algunos meses, Paty asegura que ofrece sus padecimientos por la Pastoral Social, pero particularmente por Mons. Polino: “Yo creo que en este momento él necesita mucho de nuestra oración y de nuestro apoyo. Él sabe que cuenta conmigo de modo incondicional”, concluye con la voz cortada.

IMG_5694

Etiquetas:

Publicar un comentario

[blogger][facebook]

Agencia Catolica

Forma de Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets