Nosotros, testimonio de Resurrección

¡ESTE ES EL DÍA!

Pbro. José Marcos Castellón Pérez

¡Este es el día del Señor! Con estas palabras del salmo 117, la Iglesia celebra el día santo de la victoria de Cristo sobre la muerte. La resurrección de Cristo es un evento que está más allá de la historia, pues se celebra un hecho histórico, un acontecimiento que verdaderamente se ha verificado en el tiempo, pero que lo trasciende. La Pacua no es el recuerdo de algo que pasó hace mucho tiempo, sino es la experiencia existencial, personal y comunitaria del Resucitado, que hoy está venciendo la muerte y el mal, y nos hacer partícipes de la plenitud de su vida. ¡Este es el día! porque Jesús, Alfa y Omega, está vivo y hoy está en medio de nosotros.
Jesús no fue revivificado, no retornó a la vida para volver a morir, sino que ha recibido del Padre la plenitud de la vida, una vida que es eterna y que no conoce ocaso, por eso Jesús es el viviente, la fuente de la vida nueva por el Espíritu. También, la resurrección es un acto de justicia, pues con ella, Dios declara inocente a Jesús, condenado como un malhechor, y, con él, declara inocentes a todas las víctimas que sufren la injusticia del mundo, por ello es un juicio que pesa sobre los seguidores de Satanás que provocan sufrimiento y muerte, ellos no tendrán la última palabra, el mal no triunfa sobre el bien. La resurrección es el cumplimiento de la promesa de un cielo nuevo y una tierra nueva donde brilla la plenitud de vida, luz, amor y paz.
Nosotros podemos participar de la resurrección de Señor por medio de los sacramentos, especialmente del Bautismo y de la Eucaristía. El día más glorioso para nosotros es el día en que fuimos adheridos, por medio del Bautismo, a Jesucristo, muerto y resucitado. El bautismo es verdaderamente la muerte del hombre viejo, signado por el pecado y, también y sobre todo, la participación de la vida nueva de la gracia del Resucitado. La Eucaristía participamos de la Pascua, pues en ella el Señor está presente en la Palabra viva y eficaz, y en el Pan de la vida. Como a los discípulos de Emaús, en la Eucaristía se nos explican las Escrituras y se parte el Pan, con los que reconocemos al Señor.
La participación en la resurrección de Cristo se hace transparente en nosotros con el testimonio de vida. El cristiano debe vivir como resucitado, nuestra ética es la de resucitados, porque en medio de nosotros está el Resucitado y nos diviniza, nos hace participes de la misma vida divina, como don inmerecido de la abundancia de gracia y bendición del Padre por la acción del Espíritu Santo. Por tanto, estamos llamados a ser enamorados de la vida, de toda forma de vida, y a comprometernos a luchar contra todo tipo de muerte, especialmente de la muerte lenta y dolorosa con la que ahora sufren los enfermos, los pobres, los marginados, los pecadores…

Cuatro obras

para la celebrar

la Pascua

P23

Sergio Padilla Moreno

Oratorio de Pascua de J.S. Bach. En contraste con el tono dramático de las Pasiones, el Oratorio de Pascua, es alegre y festivo, además de ser una obra de pequeñas dimensiones. Fue completada en 1735 y utiliza algunos materiales musicales de otras épocas del propio compositor. A través del uso de timbales y trompetas, Bach establece en la introducción, y en diversas partes de la obra, una sonoridad rica de matices y manejo orquestal. Las primeras partes del oratorio nos hacen contemplar la desolación previa a la resurrección: dolor, desesperanza y la realidad del sepulcro, que luego se transforma en profunda alegría; la música recrea con singular belleza cada una de las escenas. El texto no parte exclusivamente de los evangelios, sino de diversos poemas e himnos que recrean, desde los valores literarios propios del barroco, el significado de la resurrección para la fe cristiana. Una de las páginas más sublimes del oratorio es el aria de Pedro “Mi mortal angustia no es más que un simple sueño”.
La Resurrección es un oratorio surgido de la inspiración del compositor de origen alemán Georg Friedrich Haendel (1685- 1759), cuyo estreno se dio en el palacio Bonelli en Roma justo el domingo de Pascua de 1708. Es una obra de juventud de Haendel, aunque poco conocida en relación con el resto de las creaciones de tipo religioso del compositor, como lo es el famoso oratorio El Mesías. La obra narra, a través de María Magdalena, Lucifer, el apóstol San Juan y María de Cleofás los acontecimientos que acontecen desde el Viernes Santo hasta el domingo de Resurrección.
Exsultate, Jubilate es una obra de juventud de Mozart (1756-1791) ya que la compuso en 1773. Está escrita para voz de soprano, ya sea de mujer o de niño, acompañado por una orquesta de pequeñas dimensiones. Tiene tres partes: un aria de inicio, un recitativo y el aleluya final. Es una obra alegre, que finca su grandeza en su sencilla y fresca alabanza.
Te Deum, del austriaco Anton Bruckner (1824-1896) fue considerada por el propio compositor como su mejor obra, por lo que llegó a decir que “el día de mi muerte le presentaré la partitura a Dios y me juzgará misericordiosamente.” Está basado en el hermoso himno cristiano, uno de los más antiguos de la Iglesia y que se proclama para alabanza y gratitud a Dios. El Te Deum de Bruckner es una obra compuesta después de la imponente Séptima Sinfonía, por lo que la maestría en la orquestación y el manejo de texturas musicales es impresionante. La música es poderosa, llena de lirismo y expresa la alabanza de un alma que conoce sus límites de cara, como decía constantemente Bruckner, al “buen Dios”.

padilla@iteso.mx
Handel La resurrezione sacred oratorio in two parts Václav Luks
https://www.youtube.com/watch?v=LXCs4awAfZM

¡Cuenta conmigo!

Querida Lupita:

Me he dado cuenta de que mi esposo y yo, también mis hijos en relación con nosotros, usamos con frecuencia frases como estas: “Mi marido me va a matar”, “Mi mamá me va a matar”. Esto lo decimos cuando fallamos en algo que el otro espera que hagamos bien. Me gustaría cambiar esta sensación que tenemos en casa y ser más tolerantes y flexibles unos con otros. No sé por dónde empezar.

Mary Paz H.

Hermana mía, Mary Paz:
Nos hemos olvidado del poder que tienen las palabras. Hoy es un imperante para las familias el usar palabras de afirmación. En casa debemos poner en todas partes una frase que aportará bendiciones abundantes: ¡Cuenta conmigo!
Coloquemos la frase visible en un lugar común de casa y comprometámonos a usarla con frecuencia, especialmente en los momentos difíciles. Así, cuando un hijo presente malas calificaciones, sus padres se acercarán a él para decirle: ¡Cuenta conmigo!, si el padre de familia teme perder su empleo, su esposa e hijos podrán reaccionar de inmediato diciendo: ¡Cuenta conmigo!. Si mamá acaba de perder a un ser querido, esposo e hijos otra vez: ¡Cuenta conmigo!. Hay que cuidar al abuelito, pasar por alguna medicina, hacer una limpieza especial, sacar un proyecto adelante… qué alentador resultará escuchar esta frase en casa. Su uso frecuente, gestará una actitud de vida que será amalgama de unidad.
Cuando constatamos que en familia tenemos siempre el apoyo de los nuestros, el amor se alimenta y experimentamos la presencia de Dios en nuestro hogar.
Hace unos días, viajaba para encontrarme con mi esposo en otra ciudad. Por un descuido imperdonable, perdí mi primer vuelo generando una serie de complicaciones y gastos inesperados. Francamente supuse que tendría enojo muy justificado como respuesta de parte de mi marido. Sin embargo, toda su actitud me decía: ¡Cuenta conmigo!. ¿El resultado?, resolvimos las dificultades y… ¡me volví a enamorar de él!
Envía ahora mismo este mensaje a los tuyos, hazles sentir que hay una nueva actitud en ti, que “No los vas a matar” si se equivocan y que ellos siempre pueden contar contigo.
Lupita Venegas/Psicóloga
Facebook: lupitavenegas

p28

Reflejos vivos

del amor de Dios

Pbro. José Luis González Santoscoy

Empecemos viendo qué debemos trabajar. Toda obra artística es un reflejo vivo de su autor. Así nosotros, al ser creados a imagen y semejanza de Dios, debemos ser un reflejo vivo de Dios. Pero lo que sucede es que a veces reflejamos muchas cosas, menos su amor. Imagínate que estás frente a un espejo, si el espejo está muy lejos de ti te vas a ver bien y sin imperfecciones. Pero a medida que te acercas al espejo comienzas a descubrir ciertas limitaciones que tienes, defectos que te gustaría cambiar, etc.
Lo mismo sucede en la relación del hombre con Dios, mientras más lejos estamos de Él, nos vamos a creer buenos y nos sentiremos perfectos. Pero, a medida que nos acercamos a Dios, descubrimos que tenemos actitudes que cambiar, heridas que sanar y acciones por convertir. Y hasta que no trabajemos en ese cambio verdadero, no podremos ser ese reflejo vivo del amor de Dios.
Por eso te invito a que si quieres ser ese reflejo de Dios, aproveches este tiempo de la Pascua para que te acerques más a su Palabra, ahí encontramos las notas características de los hijos de Dios. En la medida que nos acerquemos a ella podremos descubrir qué nos falta para ser ese reflejo de Dios y por dónde debemos comenzar.
No olvides que debemos acercarnos a la Palabra de Dios con humildad y confianza, ya que en ocasiones nuestro acercamiento a la Palabra no es bueno cuando no se tienen esas dos actitudes, déjame explicarte por qué no. Cuando no te acercas con humildad, serás como aquél presuntuoso, soberbio y narcisista que se ve al espejo con un excesivo amor de sí mismo, se pueden ver reflejados en la Palabra de Dios, pero sin mancha ni pecado. Esto es una imagen distorsionada de sí mismo y alejada de la realidad que la Palabra nos presenta. Cuando el soberbio y el narcisista encuentra partes en donde habla de pecado y conversión, éstos los utilizan sólo para juzgar y condenar a otros, ya que ellos se creen perfectos y sin pecados.
Cuando no te acercas con confianza serás como aquellas personas que temen verse al espejo porque no se gustan, porque encuentran demasiados errores e imperfecciones, prefieren estar lejos de la Palabra de Dios porque saben que ésta deja al descubierto sus múltiples faltas.
Así que no tengamos miedo a acercarnos a la Palabra, con humildad y confianza, para que podamos descubrir qué nos falta para ser este reflejo amoroso de Dios. Recuerda que Dios ya venció la muerte y el pecado, con su Resurrección no ha dado una vida nueva, trabajemos por hacer posible esa vida nueva en nuestra persona. Felices Pascuas de Resurrección.

@PadreJoseLuisGS

¡A vivir se ha dicho…!

“La esperanza cristiana es la expectativa de algo que ya se ha producido y que tenemos la certeza de que se realizará en cada uno de nosotros…”
Papa Francisco

Fernando Díaz de Sandi Mora

A lo largo de la historia, los deseos del ser humano por trascender, por permanecer, por ser inmortales, esa necesidad de eternidad surge del llamado a regresar de dónde venimos, para ser lo que ya no somos.
Todos los días ensayamos la muerte: dormimos y tras cerrar los ojos, dejamos, al menos de manera consciente esta realidad; pero, la naturaleza sigue, el tiempo pasa, la vida sigue y algunos nos vamos quedando en el camino.
¿Cómo lograr permanecer? ¿Cómo vivir sin el miedo, la angustia y hasta el pavor a desaparecer, a terminar? ¿Cómo disfrutar de la vida y lo que hay  en ella, de la presencia efímera y rápida de aquellos que amamos y que sin más, un día concluyen su travesía en este viaje de la vida? ¿Cómo gozar del maravilloso regalo de la vida, si como decía mi abuela… “esto no dura más que un suspiro”?
La única respuesta a estas preguntas, la otorga el silencio del sacrificio, la certeza de que hace mucho tiempo, Uno ya pudo… Uno ya lo hizo… Y fue el amor la fuerza que le ayudó a dar un sentido distinto a la realidad más irrenunciable e indefectible de la vida: la muerte.
Desde aquél día en que ese sepulcro en particular se quedó vacío, la muerte cobró un nuevo sentido. ¿Cómo podría la muerte tener un sentido si la muerte es el final de todo? El evento de la resurrección cambió por completo el discurso. La muerte dejó de ser el fin para convertirse en un principio sin final.
La certeza de que la muerte sólo es una tapa más de la vida nos impulsa, motiva, inspira y compromete a generarnos y construirnos una vida tan intensa y efectiva que sea capaz de trascender, dejar huella, compartir un legado de amor.
¡A vivir se ha dicho…!
A dejar de lado la mediocridad de una vida sin rumbo, sin intención o sin propósito.
A renunciar al derecho a la crítica, a la queja, a tener siempre la razón, a controlarlo todo.
A abandonar los pensamientos depresivos, angustiantes de pasado o futuro, sin gozar del presente.
A perdonar, a perdonarse, a perdonarlo todo.
A manifestarnos el amor, los sentimientos, a compartir, a dar a servir.
Llegó el momento de vivir como personas que están disfrutando de la vida y no vivir como personas que día a día se están muriendo, aplastados bajo el peso de la rutina, de una fe enana, de fechas y ritos sin conocimiento y sin impacto en la realidad personal.
La cruz y la tumba son sólo el recuerdo de una trascendencia, de un llamado constante, permanente y universal… ¡A vivir…!

Facebook/Fernando D´ Sandi

happy man with hand up on sunset background, man on top of the mountain reaches for the sun, silhouette man holding sun on the hill

Aprender y enseñar a ser

El ser humano es una paradoja viviente
El Estoico

José Andrés Guzmán Soto

Hoy en día hay una gran preocupación en todas las escuelas de educación básica, media superior  y universidades por la calidad de la educación que ofrecen, aunque en  realidad no hay claridad en el concepto mismo de calidad: unos lo refieren a contenidos actualizados, otros a nuevos modelos de enseñanza aprendizaje y otros más a una administración de excelencia.
Las finalidades educativas se expresan en la formación de ciudadanos, de trabajadores, de técnicos, de profesionales de clase mundial, globalizados y mundializados, capaces de trascender fronteras.
Este es el paradigma mercadológico administrativo dominante tanto a nivel de políticas públicas de educación con el nuevo modelo educativo, como en no pocas instituciones particulares que velan por su imagen y prestigio, con una visión económica de la educación como mercancía a la venta del mejor comprador.
Lo anterior nos lleva reflexión interesante: ¿Cuál es la finalidad de la educación? ¿Cuáles son los propósitos de los procesos de enseñanza aprendizaje? ¿Cuál es la función de la escuela en la sociedad? ¿Qué enseñan los maestros y qué aprenden los alumnos? ¿Qué tipo de formación se está dando a los niños y jóvenes de hoy para prepararlos a enfrentar un mundo tan complejo y cambiante?
Por otra parte, no podemos ignorar que nuestra sociedad se va deshumanizando rápidamente vinculada a los grandes desarrollos tecnológicos y comunicacionales, creadores de una mediatización de todos los entornos sociales, como la familia, el trabajo el descanso, la política, la economía, la cultura misma. El calor humano, los sentimientos humanos, las emociones y las pasiones están cambiando de naturaleza a través de la frialdad de los medios tecnológicos y de la realidad virtual.
Además, estamos perdiendo la capacidad de juicio, de reflexión, de crítica, de análisis del mundo de la vida, y estamos cayendo en el conformismo, en el consumismo, en la esclavitud de la propaganda y la publicidad. Vivimos en un supermercado mundial donde todo se compra y todo se vende.
Frente a esto, el papel de la educación y de la escuela tiene que cambiar de visión, porque la escuela no es un mercado educativo sea de la calidad que sea.
La educación debe tener como finalidad, el dotar a cada niño y joven, de fuerza y puntos de referencia intelectuales y emocionales que le permitan comprender  el mundo que le rodea, para transformarlo en un mundo más humano.
La función esencial de la educación es conferir a todos los seres humanos la libertad de pensamiento, de juicio, de sentimientos, de imaginación, de creación para ser artífices de su propio destino.
Si queremos un mundo más humano, empecemos por formar seres humanos.

PAIDEIA EDIT

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