¿Para ti, qué valor tiene?

Cristina Parra Aguirre

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La otra semana pasé por una agencia automotriz y me gustó mucho un vehículo nuevo y pensé: “¡Ese carro será mío!”. Así que al día siguiente llegué, pedí me lo mostraran, me dijeran sus características –más me encantó-, pedí al vendedor las llaves para probarlo… y después de viajar en él todo el día, le puse gasolina, me lo llevé a mi casa, lo estacioné en la cochera y YA TENGO MI COCHE; es más le pegué una calcomanía y colgué en el retrovisor un adorno para que sepan que es mío.
Al día siguiente en la mañana mi madre me preguntó: “¿Y ese carro que está en mi casa?” – “Es mío, madre”, le contesté. – “¿Cuánto te costó? ¿Dónde lo compraste? ¿Dónde están los papeles?” –“No exageres, madre, no seas anticuada, te digo que es mío, me gusta, no necesito firmar papeles para decir que es mío”… Cuando llegó mi padre en la noche, también lo vio y preguntó lo mismo: “¿De quién es ese coche? ¿Cómo llegó aquí?” – “Papá, es mío, lo vi, me gustó y me lo traje así nomás…”. “¡Qué listo es mi hijo! ¡Tiene lo que quiere y hace lo necesario para lograrlo!” ¿Para qué comprarlo si puedes tenerlo con solo desearlo? ¿Para qué hacer trámites bancarios y fiscales que son tan engorrosos solo para tener un vehículo si puedes evitarlos y tenerlo para ti de todos modos?
   
Imaginemos otro escenario:
Voy pasando por la calle, veo una casa que está sola, parece abandonada, siento lástima por ella y fijándome bien tiene mucho potencial, yo podría hacer mucho por ella, la haría ver linda y cuidaría de ella. Así que al día siguiente cargo una camioneta con mis cosas, fuerzo cerraduras, me meto por una ventana, rompo la puerta para meter mis muebles y me instalo en la casa. No tengo la menor idea de quién sea y si está libre, disponible, pero ya de aquí no me sacan. Me pongo a husmear hasta los últimos rincones de la casa para ver qué hay, tumbo paredes que me estorban para tener más amplitud, le cambio el color y a partir de ese día, digo ES MI CASA.
Distinto sería el caso si tanto con el vehículo como con la casa, al menos firmara un CONTRATO DE ARRENDAMIENTO por un tiempo determinado con el propietario, pago puntualmente la cantidad acordada y mientras esté vigente el documento, me comprometo a cuidar, a hacerme responsable de los gastos, mantenimiento, protección y mejoras que pueda hacer con cualquiera de las dos propiedades.

Compromiso y
responsabilidad
Si estas historias CON COSAS nos parecen difíciles de creer… ridículas, ilegales ¿Qué pasaría si en lugar del carro o la casa, fuera una persona, una mujer, un varón? Te invito a releer las dos fábulas como si SE TRATARAN DE PERSONAS ¿No crees que parezcan aún más ofensivas, groseras, irrespetuosas? Esto está pasando en nuestra sociedad cuando se deciden a vivir juntos solo porque nos amamos; ¿Para qué firmar papeles? (entiéndase ¿Para qué hacerme responsable de la otra persona?)”… nunca se declaran, nunca se comprometen “o sea sí nos vamos a casar, pero más adelante, ahorita estamos ahorrando…” ¿No es más fácil ahorrar y completar el dinero necesario si el carro permanece en la agencia? ¿Cómo se atreven a meterse en una casa sin ser suya? ¿Cómo invaden la intimidad, lo más sagrado, lo más profundo que hay en una persona sin comprometerse a resguardarla, protegerla, a entregarse totalmente para que haya reciprocidad?
Cuando amamos a una persona, cuando la apreciamos, la valoramos, hacemos todo lo necesario para que mis actos digan lo mismo que mis palabras, para respaldar con hechos mis decisiones. El amor, cuando  es verdadero, está acompañado por el respeto, el valor, la responsabilidad, el compromiso.
El contrato de arrendamiento sería equiparable al noviazgo y la facturación/escrituración y pago es equivalente al matrimonio. Sé que suena muy burdo comparar cosas con personas, por lo que, si no es correcto hacerlo con las cosas, mucho más grave es permitir que suceda con las personas. SI AMAS, COMPROMÉTETE; SI NO AMAS, NO USES.

El arte de la devoción en

la obra de Hermenegildo Bustos

Pbro. Tomás de Híjar Ornelas

La Semana de Pascua será una ocasión muy favorable para que muchas familias, recorran uno de los espacios culturales más emblemáticos en Guadalajara en fechas recientes, la Casa ITESO-Clavigero, ubicada en la calle de José Guadalupe Zuno 2083, entre Marsella y Chapultepec, en la colonia Obrera, de la zona Centro de la capital de Jalisco, donde con entrada libre y horario corrido de lunes a viernes, de las 9 de la mañana a las 7 de la noche y los sábados de 10 de la mañana a 2 de la tarde, incluyendo estos días de asueto, podrán visitar una exposición que difícilmente se verá junta otra vez, denominada ‘El arte de la devoción en la obra de Hermenegildo Bustos’.

Un buen pretexto
Además de la impactante colección esta vez reunida, quienes aún no conozcan la Casa en cuestión disfrutarán de la que fue vivienda familiar del abogado Efraín González Luna (1898-1964), para quien la diseñó el genial arquitecto Luis Barragán Morfín, primo hermano de la cónyuge del también humanista y politólogo jalisciense. Enigmático, denso, con unción espiritual, el edificio y su ambiente merecen de por sí la visita.

Hasta el mes de junio
del año en curso
La exposición que comentamos se presentó de agosto a diciembre del 2017 en la Universidad De La Salle Bajío, de León, Guanajuato y fue posible su traslado a Guadalajara gracias a los buenos oficios del director de la Casa ITESO-Clavigero, Gutierre Aceves Piña, cuyo progenitor, el médico Pascual Aceves Barajas (1907-1965), tuvo la satisfacción de dar a un artista hasta ese momento casi desconocido, un lugar protagónico en la historia del arte en México, pues además de formar un lote muy rico de obra suya, lo dio a conocer en diversos ámbitos. La Escuela de Conservación y Restauración de Occidente apoyó de forma fundamental el traslado, restaurando y montando las 36 piezas originales expuestas, complementadas con máscaras, retratos, fotografías y reproducciones de los trabajos que el pintor realizó para su Parroquia de Purísima del Rincón, especialmente el altar mayor.

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“La pintura de Bustos me parece inexplicable”
Así lo asegura nada menos que el premio Nobel de literatura, Octavio Paz, en uno de los ensayos de su obra ‘Los privilegios de la vista’, gracias al cual nuestro artista adquirió un reconocimiento universal.
De todo ello habló Gutierre Aceves, el 8 de marzo del 2018, al tiempo de inaugurar la exposición en una conferencia magistral en la que habló del pintor más importante en México durante el siglo XIX fuera de la academia, de su extraordinaria obra retratística, de sus pinturas devocionales y ex votos y de sus cuadros hechos para dar culto a los santos en el ámbito de lo doméstico.
El conferenciante, historiador del arte egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y del Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana, es especialista en pintura y fotografía mexicana y arte popular. Ha sido curador en diversos museos del país y editor. Dirigió el Instituto Cultural Cabañas de 1994 a 2002 y actualmente coordina la Casa ITESO Clavigero.

Hermenegildo Bustos
En el reverso de su autorretrato (1891), se describe como “indio de este pueblo de la Purísima del Rincón” y añade que nació el 13 de abril de 1832, de matrimonio formado por Juana Hernández y José María Bustos. Casó en 1854 con María Dionisia de la Trinidad y murió el 28 de junio de 1907. Como pintor tuvo una formación autodidacta, produjo retratos de crudo naturalismo, y un copioso repertorio de obra religiosa, pues siendo un católico práctico muy involucrado con su comunidad parroquial se esmeró en cubrir las necesidades iconográficas de la misma en la medida de sus fuerzas y muy intensa en la dramatización de la Semana Santa. Ejerció diversos oficios: labrador, nevero, hortelano, músico, carpintero y alarife.

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