Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano
El Obispo de Tánger, Santiago Agrelo, saludó y le presentó a un grupo de refugiados del norte de África, y se refierió a ellos como "quienes llevan las marcas de Cristo", en "ellos, el Señor se estremece de frío y de soledad. En ellos está presente Cristo. Todos esperamos encontrar en sus palabras luz de fe para orientarnos, para no defallecer en el camino. Gracias por amar".
El Papa expresa su alegría de encontrar a personas migrantes atendidas por Cáritas, y justamente, porque la migración es ruptura, afirma que es “Herida que clama al cielo, y por eso no queremos que nuestra palabra sea la indiferencia y el silencio (cf. Ex 3,7). Mucho más cuando se constata que son muchos millones los refugiados y los demás migrantes forzados que piden la protección internacional, sin contar a las víctimas de la trata y de las nuevas formas de esclavitud en manos de organizaciones criminales. Nadie puede ser indiferente ante este dolor”.
Avances en materia de migraciones
El Santo Padre constata el avance que representa el Pacto Mundial por unas Migraciones Seguras, Ordenadas y Regulares adoptado en la Conferencia Intergubernamental de Marrakech, porque en él se busca devolverle a la imagen del migrante, un rostro, una historia, una razón por la que ha decidido dejar su tierra. Por eso afirma: «en efecto, un migrante no es más humano o menos humano, en función de su ubicación a un lado o a otro de una frontera».
El Papa aunque constata los avances, pide caer en la cuenta de que “no podemos olvidar que el progreso de nuestros pueblos no puede medirse únicamente por el desarrollo tecnológico o económico”. Por eso advierte: “¡Qué desierta e inhóspita se vuelve una ciudad cuando pierde la capacidad de compasión! Una sociedad sin corazón... una madre estéril. Ustedes no están marginados, están en el centro del corazón de la Iglesia”.
Cuatro acciones hacia los migrantes
Luego, el Papa recuerda cuatro verbos que han estado siempre presentes en su reflexión sobre el tema de las migraciones: acoger, proteger, promover e integrar, porque "para que quien quiera ayudar a hacer esta alianza más concreta y real pueda involucrarse con sabiduría en vez de permanecer en silencio, ayudar en lugar de aislar, construir en vez de abandonar”.
Estos cuatro verbos nos implican a todos porque “todos somos necesarios para garantizar una vida más digna, segura y solidaria. Me gusta pensar que el primer voluntario, asistente, socorrista y amigo de un migrante es otro migrante que conoce en primera persona el sufrimiento del camino” … “Es necesario que ustedes, migrantes, se sientan como los primeros protagonistas y ejecutores en todo este proceso”.
Francisco insiste: “Estos cuatro verbos pueden ayudar a crear alianzas capaces de recuperar espacios donde acoger, proteger, promover e integrar. En definitiva, espacios para dar dignidad”.
En este contexto, el Papa define los cuatro verbos, de esta manera, “acoger significa, ante todo, ampliar las posibilidades para que los emigrantes y refugiados puedan entrar de modo seguro y legal en los países de destino”.
“Proteger quiere decir que se garantice la defensa «de los derechos y de la dignidad de los emigrantes y refugiados, independientemente de su estatus migratorio”.
“Promover significa garantizar a todos, migrantes y locales, la posibilidad de encontrar un ambiente seguro que les permita realizarse integralmente. Esta promoción comienza reconociendo que ninguno es un desecho humano, sino que es portador de una riqueza personal, cultural y profesional que puede aportar mucho ahí donde se encuentra”.
Para el Papa, la promoción comienza en los lugares de origen, garantizando el derecho a migrar y el de no estar obligados a emigrar, es decir, derecho a tener una vida digna.
Finalmente, “integrar quiere decir comprometerse en un proceso que valorice tanto el patrimonio cultural de la comunidad receptora como el de los migrantes, construyendo así una sociedad intercultural y abierta”.
Construir un mundo acogedor e intercultural
El resultado de este proceso en el que intervienen locales y migrantes, busca construir “ciudades acogedoras, plurales y atentas a los procesos interculturales, ciudades capaces de valorizar la riqueza de las diferencias en el encuentro con el otro”.
El Papa expresa su cercanía a los presentes y a todos los migrantes: “Queridos amigos migrantes, la Iglesia reconoce los sufrimientos que marcan vuestro camino y sufre junto a vosotros ... “para el cristiano "no se trata sólo de los emigrantes", sino que es Cristo mismo quien llama a nuestras puertas” … “Porque todo hombre tiene derecho a la vida, todo hombre tiene derecho a tener sueños y a encontrar el lugar que le corresponde en nuestra “casa común”.
El Papa se despide de los asistentes al encuentro, expresando su gratitud a todas las personas que se han puesto al servicio de los migrantes y refugiados en todo el mundo, especialmente a los de Cáritas. A todos les animó: que el Señor “les dé la fuerza necesaria para no desanimarse y para ser unos con otros “puerto seguro” de acogida”.
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