Hacer de la compasión el principio de actuación de nuestras comunidades

Juan López Vergara

Nuestra Madre Iglesia ofrece hoy, en el Cuarto Domingo de Cuaresma, un hermoso relato para preparanos “con generosa entrega y fe viva a celebrar las próximas fiestas de la Pascua” (Oración Colecta). El texto es conocido como la “Parábola del hijo pródigo”, aunque debiera denominarse la “Parábola del buen Padre” (Lc 15, 1-3. 11-32).

Las parábola: un respuesta respetuosa

El marco literario de la parábola es muy importante para su adecuada comprensión (vv. 1-3). En él se muestra a dos grupos de personas diferentes que se acercan a Jesús. Unos para escucharlo (véase v. 1); otros, en cambio, murmuraban de Él, diciendo: “Éste recibe a los pecadores y come con ellos” (v. 2). Jesús, entonces, respondió con una parábola, que solía ser el medio respetuoso con el cual se defendía ante el ataque de sus adversarios (véase v. 3).

¡El Padre salió dos veces de su casa!

La parábola se divide en dos partes: la primera habla del hijo joven perdido (vv. 11-24); y, la segunda, del responsable hijo mayor (vv. 25-32). En ambas, la figura principal es el “Padre”, como en las parábolas previas lo son “el pastor” (compárense vv. 4-7), y “el ama de casa” (compárense vv. 8-10). Los dos hijos aparecen para esclarecer la actitud de su Padre, quien se constituye en el personaje central, al grado que la palabra “Padre” la encontramos doce veces en la parábola.

La descripción de la parábola rompe la imagen habitual del Padre. No hacen acto de presencia ninguna clase de discursos moralizantes, su corazón rebosa de misericordia. Por ello no duda en correr, abrazarlo y besarlo, los cuales son signos de restauración y de perdón (véase v. 20). La actitud del Padre es invariable para con sus dos hijos, pues de igual modo que con el menor, quien se había portado de lo peor, lo recibe con gran fiesta, otorgándole su perdón; así también con el hijo mayor renuente a participar del encuentro, su Padre le suplica que se digne hacerlo: “El hermano mayor se enojó y no quería entrar. Salió entonces el padre y le rogaba que entrara” (v. 28).

¡El Padre salió dos veces de su casa!

Redescubrir el rostro misericordioso del Padre

Los invitamos a reflexionar en Jesús, quien contaría tan bella parábola a partir de su experiencia personalísima de cercanía de Dios, puesto que Él no es exégeta de la ley, sino exégeta del Padre y, se expresa en lenguaje poético, porque la realidad le habla de Dios y Dios ilumina la realidad. Lo que caracteriza el proceder del Padre, conforme a lo revelado por el Señor Jesús, es su perdón incondicional, siendo su mayor anhelo celebrar una fiesta con sus hijos (véase v. 32).

El Papa Francisco nos motiva: «¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre!» (MV 17).

El padre José Antonio Pagola, respondiendo a la llamada del Santo Padre, en una serie de cuatro libros preciosos, propone un proyecto práctico y concreto, para dinamizar nuestras comunidades cristianas, de modo que conforme al rostro misericordioso del Padre, nuestras parroquias hagan de: «La compasión el primer principio de actuación de la comunidad en todos los niveles, en todas las actividades y entre todas las personas» (Recuperar el proyecto de Jesús, Nueva etapa evangelizadora 1, PPC, México, D. F. 2015, pág. 22)

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