Karime Ramos Godoy
En días pasados, el bosque de La Primavera cumplió años (39) de haber sido declarado Área Natural Protegida. Una Área Natural Protegida es una zona del territorio en donde la naturaleza y sus organismos no han sido modificados o alterados por la actividad humana y son sujetos de preservación y restauración.
Esto me hace pensar en las ocasiones en las que el Estado sí hace lo necesario para proteger la naturaleza, sin embargo, la mano del ser humano sigue haciendo de las suyas para perjudicar su entorno.
Sobre todo en esta temporada, de clima seco, el bosque sufre de manera constante por la negligencia de quienes lo visitamos. Muy a menudo vivimos las consecuencias de los incendios en el mismo, a veces originados para obtener beneficios económicos posteriores y otras, por simple descuido.
La protección del bosque de La Primavera y el continuo desgaste de sus organismos por descuidos o intereses económicos es un ejemplo de las veces en que la ley y las autoridades dicen y hacen lo correcto pero la libertad humana decide mal o de modo irresponsable.
Cada persona debe comenzar a responsabilizarse por sí misma y por su núcleo cercano, respetando la naturaleza, de lo contrario, las acciones que el gobierno o las autoridades puedan diseñar jamás serán suficientes para proteger al medio ambiente. Es el hombre quien acaba poco a poco con su propia casa.
Hagamos conciencia y cuando los gobiernos y autoridades realicen las acciones adecuadas de protección a la naturaleza, sumemos a las mismas, seamos cuidadosos de los recursos, valoremos los esfuerzos de la comunidad y de los gobernantes y fomentemos acciones de respeto a nuestra casa común.
Recordemos el llamado del Papa Francisco a una verdadera conversión ecológica, ya que sin ella, con todo y los esfuerzos de las autoridades y gobernantes, el cuidado y preservación de la naturaleza seguirá siendo casi un imposible. “Se vuelve indispensable crear un sistema normativo que incluya límites infranqueables y asegure la protección de los ecosistemas, antes que las nuevas formas de poder derivadas del paradigma tecnoeconómico terminen arrasando no sólo con la política sino también con la libertad y la justicia.” (Papa Francisco, Laudatosi, n. 53.)
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