Prólogo
No es lo mismo un sermón, una conferencia y una clase en una facultad de teología. Sobre eso ya he hablado en este blog. Son tres formatos distintos. Insisto en que ni siquiera es igual una conferencia que una clase. Pero sobre eso ya hablé.
Un sacerdote, al hablar de cosas no religiosas, no es lo mismo que lo haga en un sermón, en una conversación con amigos durante una cena o en un blog. Son tres ámbitos completamente distintos. De hecho, no es lo mismo que lo haga un laico, un sacerdote o un obispo.
Antecedentes
Hace un mes perdí a un amigo muy querido, un profesor de universidad, por tratar de ciertas cosas en este blog. Concretamente por hablar de la independencia catalana y del alzamiento de 1936.
Esa pérdida fue muy dolorosa. Y la pérdida fue irrecuperable.
A lo que voy
El sacerdote (no un obispo) al hablar en un blog, insisto, en un blog (no en un sermón, no en una catequesis), a veces, puede caminar cerca de la raya de lo conveniente y de lo inconveniente, porque lo moral permea todo.
¿Se pueden hacer comentarios acerca de la opinión moral que merecen las ideas de Trump o su misma persona? ¿Se pueden hacer comentarios acerca de la opinión moral que me merece mi mismo presidente, el de mi país? Algo que no he hecho, esto último.
La raya de lo conveniente no es tan nítida como pudiera parecer. Porque el presidente de mi país es una figura pública sujeta a crítica pública. ¿Cabe la crítica moral? ¿La crítica ateniéndonos al campo exclusivamente de lo moral? Sí, pero el juicio acerca de lo conveniente está más sujeto a opinión.
Conclusión
Me contengo. No digo muchas cosas que, incluso, están dentro del lado de lo que sería lícito hablar. Pero me contengo. Aun así, la pérdida de este amigo me ha hecho reflexionar en que quizá hubiera sido mejor hablar de gatos.
Pero, no sé, el tema de la independencia… ¿por qué no dar un juicio moral sobre un tema debatido? Un juicio sobre un asunto que puede conllevar consecuencias muy graves. No dar una palabra, desde la moral, en el fondo, implicaría reconocer que es un tema opinable.
El procés ha dado lugar a un proceso judicial. O alguien está encarcelado injustamente (lo cual sería pecado grave) o alguien ha quebrantado un esencial bien social (lo cual también sería pecado grave). Los dos no pueden tener la razón. Yo ya di mi opinión. Aunque eso me llevara a perder un amigo que se despidió de mí con toda la acritud que le fue posible.


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