En diálogo con ACI Prensa, el P. Meloni aclaró que “el homosexualismo per se no es pecado, ni el lesbianismo per se”. “Lo que sí es pecado son los actos homosexuales, la fornicación, la masturbación”, explicó.
También recordó que “el Señor ama al pecador, pero no ama al pecado”. “Nosotros respetamos a todas las personas y nos reconocemos pecadores. Sin embargo, eso no quiere decir que voy a fomentar, promocionar, ni mucho menos llamar ‘orgullo’ a una vida de pecado”, dijo.
Por ello, aseveró que es importante saber que “ningún pecado puede ser un derecho”, y que el pecado no beneficia a nadie bajo ninguna circunstancia.
“Nosotros vivimos en un tiempo en el que la cultura contemporánea quiere normalizar el pecado, y el pecado es desobediencia a Dios. Todo pecado es soberbia, porque se da cuando la criatura se rebela contra su Creador, y no quiere obedecer apelando a ‘derechos’ y ‘libertades’, como si obedecer a Dios fuera en contra de la libertad humana, la felicidad y el desarrollo pleno del ser humano”, señaló.
Asimismo, recordó que cuando los promotores de la ideología de género se refieren a “derechos sexuales” o “derechos reproductivos”, “que no son otra cosa que el derecho a la promiscuidad sexual y al aborto”, lo hacen abiertamente desde organismos nacionales e internacionales que promueven y financian estas prácticas, como también desde los medios de comunicación que hacen eco de estas ideas diciendo que “apoyan la libertad”.
“Tenemos que alertar a los católicos de que esto es contrario a la fe, es un atentado contra la fe. Porque si se hace promoción y apología del pecado, de la desobediencia a Dios, eso daña nuestra fe”, aseveró.
Del mismo modo, recordó que para crecer en la fe se necesita un claro discernimiento de qué es el bien y qué es el mal, y que en el Magisterio de la Iglesia Católica se desarrolla la Teología Moral.
“Como nos han enseñado sucesivos pontífices desde hace varias décadas, en especial San Juan Pablo II en su encíclica Veritatis Splendor (El esplendor de la verdad), nosotros tenemos una moral católica que sustenta que para que los actos puedan ser buenos, se requiere que el objeto sea bueno, que la intención sea buena y determinar las circunstancias que pueden agravar o atenuar el acto”, explicó. De este modo, “sobre esta base y conocimiento es que se valoran los actos pecaminosos”.
“Lo que el creyente debe saber es que este misericordiosamente se compadece del pecador, y tiene el deber y la obligación de ayudarlo a tener una conciencia recta, a que pueda encontrarse con Dios”, enfatizó el P. Meloni. De igual manera, si es un no creyente, “debemos elevar nuestra oración por esas personas”.
El sacerdote recordó que el católico se basa en la ley de Dios. “La ley humana, a pesar de estar aprobada por las autoridades nacionales, no puede ir en contra de la ley de Dios. Pueden ser vigentes, pero para los creyentes tiene más jerarquía la ley divina que la ley humana. ‘Obedecer a Dios antes que a los hombre’ como dice el libro de los Hechos de los Apóstoles”, afirmó.
El P. Meloni alertó que participar de estas celebraciones, en referencia al “Día del Orgullo”, “donde se habla de estos falsos orgullos”, es promover la inmoralidad. “Todos los pecados dañan a la persona, a la familia, a la creación, nuestra relación con Dios”, afirmó.
En ese sentido, explicó que cuando se le empieza a “llamar bien al mal, o derecho al pecado, se produce la confusión”, donde las más afectadas son aquellas personas que tienen una conciencia moral menos formada, como los niños y los jóvenes.
“Los medios de comunicación y las empresas tienen que saber que cuando hacen alarde de estas campañas, están atentando contra nuestros derechos”, dijo el presbítero, quien añadió que “es responsabilidad de una persona de fe, así como de los padres de familia, hacer notar lo incorrecto”.
Por ese motivo, explicó que el católico no puede actuar de manera impasible, como si estuviera en una sociedad atea neopagana “en la cual se posterga, se excluye, y hasta se segrega los derechos de las personas de fe en una sociedad que se ha construido en base a la fe”. “Esos son síntomas de una sociedad enferma porque está lejos de Dios”, lamentó.
En otro momento, recordó que con el pretexto de buscar una “igualdad”, muchas autoridades “quieren que introducir una situación que no se ajusta a la verdad, a la ciencia ni al bien”. “No puede ser reclamada como derecho, por el contrario, es un atentado”, recalcó.
El sacerdote también manifestó que no se puede pretender enfrentar la violencia y la discriminación “promoviendo el error, la mentira y el engaño”.
“Nosotros los creyentes debemos recordar que tenemos un mandato: amar a Dios sobre todas las cosas, y amar al prójimo, que es desear su bien. No hay bien más grande para una persona que vivir en Cristo, y para eso se necesita vivir la fe, y la fe es obediencia a Dios”, finalizó.
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