Antes del rezo del Ángelus de este domingo, el Santo Padre reflexionó en el Evangelio del día en el que San Lucas describe el último viaje de Jesús hacia Jerusalén, narración que concluye el capítulo 19.
“Es un largo camino no solo geográfico y espacial, sino espiritual y teológico hacia el cumplimiento de la misión del Mesías. La decisión de Jesús es radical y total, y quienes lo siguen están llamados a medirse con ella”, señaló el Papa.
En esta línea, el Pontífice destacó que el evangelista presenta a tres personajes, “tres casos de vocación, podríamos decir, que traen a la luz lo que es necesario para quien quiere seguir a Jesús hasta el fondo, totalmente”.
En primer lugar, el Santo Padre recordó al primer personaje que le promete: ‘Te seguiré a donde tú vayas’. “¡Generoso! Pero Jesús responde que el Hijo del hombre... ‘no tiene donde apoyar la cabeza’. La pobreza absoluta de Jesús. Jesús, de hecho, ha dejado la casa paterna y ha renunciado a toda seguridad para anunciar el Reino de Dios a las ovejas perdidas de su pueblo”.
“Así Jesús nos ha indicado, a sus discípulos, que nuestra misión en el mundo no puede ser estática, sino itinerante”, afirmó el Papa quien añadió que “el cristiano es un itinerante. La Iglesia por su naturaleza está en movimiento, no está sedentaria y tranquila en el propio recinto. Está abierta a los más extensos horizontes, enviada -¡La Iglesia es enviada!- a llevar el Evangelio por las calles y a alcanzar las periferias humanas y existenciales”, afirmó.
Después, el Santo Padre describió que el segundo personaje que Jesús encuentra recibe directamente de Él la llamada, pero responde: ‘Señor, permíteme ir antes a enterrar a mi padre’. “Es una solicitud legítima, fundada en el mandamiento de honrar el padre y la madre. Sin embargo, Jesús replica: ‘Deja que los muertos entierren a sus muertos’. Con estas palabras, provocadoras, Él busca afirmar el primado del seguimiento y del anuncio del Reino de Dios, incluso sobre las realidades más importantes, como la familia”.
En esta línea, el Papa destacó que “la urgencia de comunicar el Evangelio, que rompe la cadena de la muerte e inaugura la vida eterna, no admite demoras, sino que requiere disponibilidad y disponibilidad. Por lo tanto, la Iglesia es itinerante, y aquí la Iglesia es decisiva, actúa rápidamente, al momento, sin esperar”.
Por último, el Papa Francisco señaló que el tercer personaje también quiere seguir a Jesús, pero con una condición: lo hará después de despedirse de sus familiares. Y esto dice el Maestro: ‘Nadie que ponga su mano en el arado y luego se dé vuelta es adecuado para el reino de Dios’ y agregó que “el seguimiento de Jesús excluye los arrepentimientos y las miradas hacia atrás, sino que requiere la virtud de la decisión”.
“La Iglesia, para seguir a Jesús, es itinerante, actúa de inmediato, rápidamente y decidida. El valor de estas condiciones establecidas por Jesús (itinerancia, disponibilidad y decisión) no se coloca en una serie de ‘no’ refiriéndose a cosas buenas e importantes en la vida. El acento, más bien, debe colocarse en el objetivo principal: ¡Transformarse en un discípulo de Cristo! Una decisión libre y consciente, hecha de amor, para corresponder a la inestimable gracia de Dios, y no hecha como una forma de promocionarse”, expresó el Papa.
Sin embargo, el Pontífice reconoció que es triste cuando hay algunos que “piensan que están siguiendo a Jesús para promocionarse, es decir, para hacer una carrera, para sentirse importantes o para adquirir un lugar de prestigio. Jesús nos quiere apasionados por Él y el Evangelio. Una pasión del corazón que se traduce en gestos concretos de disponibilidad, de cercanía a los hermanos más necesitados, de acogida y de cuidado. Así como Él mismo vivió”, dijo el Papa.
De este modo, el Santo Padre rezó: “¡Que la Virgen María, icono de la Iglesia en camino, nos ayude a seguir con alegría al Señor Jesús y a anunciar a los hermanos, con renovado amor, la Buena Noticia de la Salvación!”.
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