No lo he leído, pero vale la pena leer la sinopsis en Amazon. La sinopsis la pongo en el primer comentario de este post. Todo ello me ha llevado a hacer este post (que se aleja del contenido del libro citado) sobre asuntos de los que llevo fragmentariamente hablando desde hace años en este blog.
¿Puede la economía del mundo seguir creciendo, indefinidamente, al modo industrial de los años 60, 70 y 80? Permitidme que no me extienda en los detalles y argumentos, sino que exponga mi idea de un modo sumario. Pero el aumento del PIB mundial se está manteniendo a base de una depredación cada vez más masiva de los bienes materiales del planeta.
Estoy totalmente a favor de la industrialización y de la mejora del nivel de vida. Pero es cierto que este modo de crecer no se puede mantener en el tiempo de forma indefinida. ¿Nos podemos imaginar un planeta enteramente cubierto por polígonos industriales, minas y vertederos? Un planeta en el que solo unos cuantos reductos naturales fueran mantenidos como recuerdo de lo que, en otro tiempo, fue la Tierra.
Las fuerzas económicas abandonadas a su propia dinámica, la economía abandonada a la avidez, acabará por devorar todo el pastel. No estoy hablando de ecología, no. Estoy hablando de algo más estructural por muy ecologistas que seamos. Este post no es para animar a que reciclemos o que preservemos los espacios naturales, no. Este post quisiera ser el planteamiento de un problema mucho más complicado: ¿por muy ecologistas que seamos, puede el PIB crecer sin fin al modo actual?
Por supuesto que no pueden competir industrialmente unas naciones que imponen muchos gastos y restricciones a su industria para preservar la naturaleza, con otras naciones en las que impera la ley de la selva. Pero el problema es que, por muy ecologistas que seamos, la pecera es limitada, el agua es limitada, los bordes de cristal son muy precisos. Fuera de la pecera de la Tierra lo que hay es nada. Traer materiales del espacio es y siempre será mucho más caro que simplemente abrir un agujero en la superficie de la Tierra.
¿Qué hacer entonces? Por supuesto que debemos luchar por la ecología ya. Pero también las grandes mentes, no los políticos, deberían darle vueltas al problema integral.
La solución solo podrá venir de un acuerdo de toda la familia humana. De un acuerdo que se debe basar en la armonía, no en la ciega lucha económica. Ese acuerdo requerirá pensar en la Humanidad como una unidad. Requerirá repensar cómo debe ser, idealmente, una economía planetaria. Por supuesto que, hoy por hoy, tal cosa resulta impensable.
El comunismo es inaceptable; pero el capitalismo abandonado a sí mismo, es una apisonadora que pasa por encima de la naturaleza y de los seres humanos. En los próximos diez años, vamos a ver como esa apisonadora pasa por encima de las personas de los “países vencedores” y hunde naciones enteras. Pero, lo repito, es que ni los “vencedores” son vencedores, sino, cada vez más, servidores esclavos del sistema.
Cada vez más gente tendrá que trabajar más tiempo en trabajos que les interesarán menos. Cada vez más los ciudadanos libres serán lanzados a un futuro con menos porvenir. La inminente ola de robotización va a ser una catástrofe anunciada. Es un camino inevitable, pero debería ser afrontado desde una postura internacional basada en la humanidad. Los gobernantes tendrían que mostrar humanidad para la Humanidad. Pero los pasos que hemos dado en los últimos diez años, más bien, han sido en la dirección de encerrarse cada uno más en sus propios intereses.
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