María Cecilia Mutual - Ciudad del Vaticano
En un mundo que debe enfrentar “problemas globales que abarcan a toda la familia humana” es necesario desarrollar “un firme compromiso con la justicia internacional y la solidaridad entre los pueblos” para construir “sociedades justas, sensibles e incluyentes” capaces de escuchar el grito de los hermanos que necesitan ser liberados del “yugo de la pobreza, la violencia y la injusticia”. Fueron palabras del Papa Francisco encontrando a las Autoridades, la Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático de Tailandia este 21 de noviembre, primera etapa de su 32° viaje apostólico internacional que lo llevará también a visitar Japón.
El Encuentro se desarrolló el Salón Inner Santi Maitri de la Governmental House a donde el Santo Padre Francisco llegó acompañado por el Primer Ministro de Tailandia, el general Prayuth Chan-ocha, tras la visita de cortesía y el coloquio privado que tuvo con él en la Inner Yvory Room, la firma del Libro de Honor y el intercambio de dones.
Desarrollo humano integral
“Hoy más que nunca nuestras sociedades necesitan ‘artesanos de la hospitalidad’, hombres y mujeres comprometidos con el desarrollo integral de todos los pueblos dentro de una familia humana que se comprometa a vivir en la justicia, la solidaridad y la armonía fraterna”, afirmó con fuerza el Santo Padre en su discurso, remarcando que el servicio al bien común es una de las “tareas más excelsas de una persona”.
El respeto de Tailandia por la diversidad
Francisco remarca “el compromiso de Tailandia con la justicia internacional, la solidaridad entre los pueblos de toda la región del sudeste asiático y su continuo interés en favorecer la cooperación política, económica y cultural en la región”, evidenciado por su pertenencia a la ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático) de la cual Tailandia terminará en estos días su presidencia.
“Como nación multicultural caracterizada por la diversidad, continúa el Pontífice, Tailandia reconoce, desde hace tiempo, la importancia de construir la armonía y la coexistencia pacífica entre sus numerosos grupos étnicos, mostrando respeto y aprecio por las diferentes culturas, grupos religiosos, pensamientos e ideas”. Y en la época actual “marcada por la globalización considerada en términos estrictamente económicos -financieros y proclive a cancelar las notas esenciales que configuran y gestan la belleza y el alma de nuestros pueblos” es de “inspiración y estímulo” a todos aquellos que se preocupan por el tipo de mundo que deseamos legar a las generaciones futuras”.
Una tierra llamada “libertad”
“Celebro la iniciativa de crear una ‘Comisión Ético-Social’, en la que invitaron a participar a las religiones tradicionales del país, a fin de recibir sus aportes y mantener viva la memoria espiritual de vuestro pueblo”, afirma el Santo Padre y en este sentido recuerda el encuentro que mantendrá con el Supremo Patriarca Budista, “como signo de la importancia y la urgencia de promover la amistad y el diálogo interreligioso”.
Superar toda forma de desigualdad
Libertad que según el Pontífice sólo es posible “si somos capaces de sentirnos corresponsables unos de otros y superar cualquier forma de desigualdad”. Y para ello es necesario “trabajar para que las personas y las comunidades puedan tener acceso a la educación, a un trabajo digno, a la asistencia sanitaria, y de este modo alcanzar los mínimos indispensables de sustentabilidad que posibiliten un desarrollo humano integral”.
Migración, problema moral
Francisco dedica parte de su discurso a los movimientos migratorios, uno de los “signos que caracterizan nuestro tiempo”, sobre todo por las “condiciones” en que la migración se desarrolla, “lo que representa uno de los principales problemas morales que enfrenta nuestra generación”. Una crisis migratoria que “no puede ser ignorada” y que también Tailandia ha tenido que enfrentar, acogiendo a migrantes y refugiados de países vecinos:
A continuación, el Santo Padre expresa el deseo de “que cada nación elabore mecanismos efectivos a fin de proteger la dignidad y los derechos de los migrantes y refugiados que enfrentan peligros, incertidumbres y explotación en la búsqueda de libertad y una vida digna para sus familias”. Porque – asegura – “no se trata sólo de migrantes, se trata también del rostro que queremos plasmar en nuestras sociedades”.
La lucha contra la explotación de los más vulnerables
En sus palabras el Papa no olvida a “aquellas mujeres y niños de nuestro tiempo que son particularmente vulnerados, violentados y expuestos a toda forma de explotación, esclavitud, violencia y abuso” y expresa su consideración al gobierno tailandés en la lucha contra este “flagelo”:
Francisco recuerda también que este año se celebra el trigésimo aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño. Una ocasión que “invita a reflexionar y a trabajar con decisión, constancia y celeridad en la necesidad de proteger el bienestar de nuestros niños, su desarrollo social e intelectual, el acceso a la educación, así como su crecimiento físico, psicológico y espiritual”. Porque, asegura:
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