“No basta con que los novios cristianos se preparen para el matrimonio alcanzando una buena integración psicológica, afectiva, relacional y de proyectos, necesaria también para la estabilidad de su futura unión. También deben alimentar y aumentar progresivamente en sí mismos esa llamada específica a modelarse a sí mismos como esposos cristianos”.
El Pontífice realizó esta enseñanza durante el discurso que ofreció este sábado 30 de noviembre a los participantes en el curso organizado por el Tribunal de la Rota Romana sobre la tutela del matrimonio y el cuidado pastoral de las parejas heridas.
Francisco explicó que “aunque el matrimonio pueda llenar a los esposos cristianos de alegría y de plenitud humana y espiritual, no deben olvidar nunca que están llamados, como individuos y como pareja, a caminar siempre en la fe, a caminar en la Iglesia y con la Iglesia, a caminar juntos por el camino de la santidad”.
Invitó a “cultivar, dentro de la vocación cristiana, la vocación particular a ser discípulos misioneros como esposos, testigos del Evangelio en la vida familiar, laboral y social, donde el Señor los llama; la vocación a manifestar la belleza de su pertenencia a Él y a dar razón de ese ‘más’ de vida y de amor que es la epifanía en el mundo de la esperanza cristiana ofrecida por Cristo”.
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