Desde los barrios tradicionales donde se ha ido construyendo y re modificando la ciudad, día tras día surgen y se han conservado tradiciones y modos diversos de convivencia. Hoy ha llegado a ser un polo comercial, cultural, educativo, deportivo y religioso de relevancia nacional. Mucho se ha logrado; también algo se ha ensuciado.
Son incontables los que aquí han abrevado la cultura, un modelo muy particular de familia. La fe cristiana tiene una importante representatividad y un sello singular para la comunidad tapatía. Hay, por supuesto, rincones de inhumanidad y vergüenza social. La zona conurbada es pródiga con los cientos y miles de emigrantes que van de paso por aquí.
Un historial de 475 años de fe franciscana, que nos culturizó y evangelizó con imágenes singulares. Esta urbe, aglutinada en barrios, con tradiciones entrañables, le da un tono abigarrado de identidad. Por cierto, los fantasmas del odio, la discordia, el quebranto a la convivencia, provocan también insolvencias sociales. Asoman grandes retos para el futuro en todos los sectores.
Parece que la canción de Pepe Guízar ha aglutinado todo lo hermoso sobre la Capital de Jalisco. Hoy es imprescindible hablar de sus desafíos en ámbitos diversos: sociales, políticos, de infraestructura, educativos, de convivencia… En cada una de las épocas significativas, Guadalajara ha tenido su rostro que devela alegría y sufrimiento.
Son muy disímbolos los trayectos de la Historia que ha tenido que encarar; ambientes difíciles en todo su devenir: Conquistadores y Misioneros, la Colonia, la Emancipación, la República, La Cristiada, Partidos políticos, diversidad de Credos. Hoy también, los “cárteles”…
Guadalajara se cimbra al son del Mariachi, a la par que con los pasos de peregrinaje que acompañan a La Zapopana; los gritos enormes que salen de los estadios. Hay días de jolgorio y fechas para cumplir tareas, para la Familia, para la Sociedad.
A los millones de habitantes que conformamos la ciudad de hoy, Guadalajara y sus Municipios conurbados, se nos facilita convivir hasta cierto punto; pero también nos entra la desconfianza con cierta gente que miramos de reojo. Hemos atrincherado nuestros hogares para respirar un poco de seguridad. Por supuesto que todos tenemos algo que corregir. El Papa Francisco una vez dijo: “Todos somos pecadores, pero no todos corruptos…”
Panorama contrastante el de la zona conurbada; la del oriente y el poniente, la de las inexorables diferencias: una, la de las casitas de juguetería de la planificación familiar del Infonavit; la otra, la de las torres nuevas, émulo en sus motivos de categoría, de la arcaica Babel. Ante un futuro así, la gente se pregunta: ¿Habrá agua para todos?; ¿el tráfico será Gomorra de claxonazos; los drenajes suficientes? Obviamente, tenemos una barranca cercana a la que se le puede echar todo; pero, ¿y los proyectos ecológicos? Son cuestiones simples, que a la gente le preocupan.
Todavía hay casonas señoriales y otras solariegas con corrales amplios. También se ostentan apuestas futuras cargadas de avaricia sin recato solidario. Estamos en la GDL de la pluralidad caminando hacia los cinco siglos de Historia.
La Perla de Occidente está amarrada a un porvenir promisorio, tratando de liquidar un pasado parchado de ocurrencias; pero, sobre todo, intentando domesticar el presente convulsivo.
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