Esto es una increíble letra capitular, sencillamente insuperable.
Una de las cosas que más me ayuda a escribir es mi afición al cine. Siempre trato de visualizar mis libros como una película. Siempre que comienzo un libro, trato de imaginarme ese comienzo viéndolo en una gran pantalla en el cine. Mi inspiración para los enfoques o los ritmos de un libro siempre vienen del 7º Arte, raramente de otros libros.
Curiosamente, como ya he dicho otras veces, jamás he sentido vocación a ser director de cine. Es algo que sólo me lo plantearía si un cardenal me lo pide, diciéndome: “Haznos un vídeo épico de 10 minutos sobre el papado que haga llorar a todo el mundo. Un corto que haga que los luteranos tomen al asalto a la Iglesia Católica para entrar en ella”.
-Muy bien, sin problema, eminencia. Ponga sobre la mesa 600.000 euros y tendrá los mejores diez minutos que pueda imaginarse. Y por 200.000 euros más le añado otros tres minutos.
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En fin, aquí os dejo el comienzo de Desayuno con Diamantes. Os dejo el comienzo, porque es lo único que vale de la película. Acabados los créditos la película no hace otra cosa que bajar de calidad si eso fuera posible:
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