Los gobernantes también son personas de fe

Los gobernantes también son personas de fe

Por Mónica MUÑOZ |

El sábado 13 de mayo se cumplieron cien años de las apariciones de la Virgen María a tres pastorcitos en Fátima, Portugal.  El mensaje que Ella transmitió al mundo en 1917 a los videntes Lucía, Jacinta y Francisco, puede resumirse en tres secretos, como se han dado a conocer a lo largo de este tiempo: el primer secreto decía, de acuerdo a las palabras de la Virgen a los niños, que “para salvarles, Dios desea establecer en el mundo devoción a mi Inmaculado Corazón”; el segundo decía: “la primera guerra mundial terminará pronto, sin embargo, si la humanidad no deja de ofender a Dos, otra guerra peor surgirá en el reino del Papa Pío XII”, lo cual, como sabemos, se cumplió con la segunda guerra mundial.  El tercer secreto, que ha causado tanta controversia por su simbología, pues se cumpliría años más tarde de las apariciones, decía: “El Santo Padre… postrado de rodillas a los pies de la gran cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas”.  La Congregación para la Doctrina de la Fe, encabezado en su momento por el Cardenal Joseph Ratzinger, ahora Papa emérito Benedicto XVI, ha interpretado el tercer secreto de la siguiente manera: en él se habla del sufrimiento de la humanidad ante las guerras mundiales, pero también de la persecución de la Iglesia, incluyendo el intento de asesinato de San Juan Pablo II en 1981.  Luego, del sacrificio de los mártires y la esperanza de salvación.  Y, ante todo esto, destaca el llamado a la conversión y a la penitencia que todo el mundo debería abrazar.  Esto fue recordado en la visita del Papa Francisco a Fátima.  Por ello, uno de los grandes eventos fu el rezo del Santo Rosario, como lo pidió la Virgen a toda la humanidad, para salvarla de los sufrimientos.  Y algo muy especial sería también la consagración a su Inmaculado Corazón.

Ante los acontecimientos vividos en nuestro país, de los cuales el estado de Guanajuato no se ha librado, pues conocemos el grado de violencia que se ha desatado en la mayoría de los municipios que lo conforman, ocurrió algo que muchos tacharon casi de traición a la patria.  Resulta que el sábado 13 de mayo, se congregaron unas dos mil quinientas personas con el Arzobispo Alfonso Cortés Contreras en el Domo de la Feria de León, en el marco de un Congreso Mariano de Consagración, que se realizaba con motivo del centenario de las apariciones de la Virgen de Fátima, el gobernador del Estado de Guanajuato,  Miguel Márquez Márquez, consagró a su familia, a todas las familias, a la gente que colabora con él y a todo el Estado, al Inmaculado Corazón de María y al Sagrado Corazón.  Esto se difundió en las redes sociales a través de un video donde él hace una oración, pidiendo perdón al Señor por sus errores y declarando esto ante Dios y la Virgen.

Para mi sorpresa, las voces contrarias tardaron en manifestarse, no obstante, algunos medios difundieron la nota, citando el artículo 130 de la Constitución, que dice: “Queda estrictamente prohibida la formación de toda clase de agrupaciones políticas cuyo título tenga alguna palabra o indicación cualquiera que la relacione con alguna confesión religiosa.  No podrán celebrarse en los templos reuniones de carácter político”.

Si leemos con cuidado, podremos entender que la reunión a la que asistió el gobernador era un congreso religioso y no estaban en un templo teniendo una reunión de carácter político.  Por lo tanto en nada atenta contra el artículo 130.  Por otro lado el gobernador asistió como católico, pues no porque sea servidor público deja de ser hijo de Dios.  Además, el artículo 24 de la Constitución también dice:

Toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado. Esta libertad incluye el derecho de participar, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley. Nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad con fines políticos,  de proselitismo o de propaganda política.

El Congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohíban religión alguna.”

El gobernador en ningún momento habló de política. Por lo tanto, no se transgredió la ley. Sencillamente estaba haciendo uso de su libertad y derecho como ciudadano.

Creo que debemos dejar de lado las actitudes farisaicas y comprometernos con lo verdaderamente urgente, que en el caso de nuestro país es la paz, pero no se conseguirá si seguimos criticando sin proponer acciones concretas para alcanzarla y menos si no nos unimos a las que surjan.  Tal parece que la consigna es demeritar todo lo que huela a religión, sin importar que México aún sea un país mayoritariamente católico.  Considero que el problema no es que un gobernante manifieste su fe, sino que lo haya hecho como católico, y lo digo porque hace no mucho me llegó un video que mostraba a un conocido aspirante a la presidencia de la República siendo rodeado por un grupo de evangélicos que hacían oración y le imponían las manos.  Y nadie dijo nada.

Personalmente, agradezco la valiente acción del gobernador, que ha comprendido que más vale ser juzgado por el mundo que ser juzgado por Dios.  Y me siento conmovida porque, de manera humilde, volvió la mirada hacia el que todo lo puede. Si todos confiáramos en Dios y cambiáramos nuestra conducta, veríamos la transformación de nuestros hogares y nuestra patria.  Y sí, también debemos orar, sin importar nuestra religión, todos unidos y sin prejuicios, debemos pedir a Dios que se compadezca de nosotros y nos devuelva la paz.

 

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