El león en invierno: una película, tres miradas


Estos días ya veis que me estoy dedicando a las grandes fotografías, a esas que son arte. Esas fotos que nada tienen que envidar a un cuadro. Esas fotos que solo se logran realizar tras una gran experiencia. Qué colores, que matices, que forma de tratar la luz. La conjunción del elemento humano con los objetos y todo enmarcado por la naturaleza.

Estoy a punto de acabar de ver El león en invierno. La primera vez que la vi, en 1977, yo tenía nueve añitos, 3º de EGB. No entendí nada, pero me impresionó profundamente. Sin entender nada de la historia, capté su fuerza, capté la majestad de Eleonor y los odios que reinaban en ese castillo de Chinon. Puedo asegurar que con mis ojos de niño entendí la historia en su esencia. Me fui a la cama admirado ante el espectáculo de haber visto una gran película.
En mi memoria de niño, quedaron grabadas para siempre la escena de la reina Eleanor llegando en barca y su preciosa música de John Barry Eleanore, regina anglorum que, desde entonces, he escuchado muchas veces. También se me quedó grabada la escena del ingreso de los monarcas en la sala del festín. Desde entonces, toda película medieval la he considerado incompleta sin una escena de festín medieval.

Fin de la primera parte de este post. La primera parte es la primera mirada. Y hay tres miradas a esta película en tres momentos de mi vida.

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