Varios Pontífices han favorecido y han sido promotores de las revelaciones privadas que Santa Faustina Kowalska recibió de Jesús sobre la Divina Misericordia, pero sin duda, fue san Juan Pablo II el más importante de todos, pues no sólo introdujo la causa de beatificación de esta religiosa polaca, sino que también la beatificó, la canonizó y su segunda Encíclica que lleva por título Dives in Misericordia ha inspirado en las revelaciones que tuvo esta santa.
San Juan Pablo II, además, falleció en 2005 en las vísperas de la Fiesta de la Divina Misericordia, que el mismo introdujo en el calendario litúrgico, pero además, fue canonizado el 27 de abril de 2014, en el Domingo de la Misericordia.
Benedicto XVI también fue un gran promotor de la Divina Misericordia y de Sor Faustina; por ejemplo, dijo: “La misericordia es el núcleo central del mensaje evangélico, es el nombre mismo de Dios, el rostro con el que se reveló en la Antigua Alianza, y plenamente en Jesucristo, encarnación del amor, creador y redentor. Este amor de misericordia ilumina también el rostro de la Iglesia y se manifiesta mediante los sacramentos, especialmente el de la reconciliación, y mediante las obras de caridad, comunitarias e individuales. Todo lo que la Iglesia dice y realiza, manifiesta la misericordia que Dios tiene para el hombre.”
Las revelaciones que tuvo Sor Faustina datan de 1931, y en su Diario, ella escribió más de 600 páginas destinadas a hablar de la Misericordia de Dios. Por ello, Benedicto XI señaló el 23 de agosto de 2002: “su mensaje, como el de Santa Faustina, conduce al rostro de Cristo, revelación suprema de la misericordia de Dios. Contemplar constantemente ese rostro es la herencia que nos ha dejado y que nosotros, con alegría, acogemos y hacemos nuestra”.
Por su parte, el Papa Francisco, decretó un Jubileo extraordinario dedicado a la Misericordia, que dio inicio el 8 de diciembre de 2015, y concluyó el 20 de noviembre de 2016, para conmemorar los 50 años de la clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II. Durante ese año jubilar, se abrió la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro, y en otras catedrales, templos e incluso, en capillas de algunos reclusorios.
Este domingo 28 de abril, es la fiesta de la Divina Misericordia, y los fieles tienen la oportunidad de conseguir una indulgencia plenaria, con la asistencia a misa, confesión y comunión, así con la condición de rezar por las intenciones del santo Padre. la Iglesia celebra ese día, la fiesta de la caridad.
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