Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
I. LA PALABRA DE DIOS
Hch 10, 34a. 37-43: Nosotros hemos comido y bebido con él después de su resurrección
Sal 117, 1-2.16ab-17.22-23: Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo
Col 3, 1-4: Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo [o 1Co 5, 6b-8: Barred la levadura vieja, para ser una masa nueva]
Jn 20, 1-9: El había de resucitar de entre los muertos
II. LA FE DE LA IGLESIA
«En la Liturgia de la Iglesia, Cristo significa y realiza principalmente el misterio pascual. Durante su vida terrestre Jesús anunciaba con su enseñanza y anticipaba con sus actos el misterio pascual. Cuando llegó su Hora... vivió el único acontecimiento de la historia que no pasa... todos los demás acontecimientos... son absorbidos por el pasado. El misterio pascual de Cristo... no puede permanecer solamente en el pasado, pues por su muerte destruyó a la muerte, y todo lo que Cristo es y todo lo que hizo y padeció por los hombres participa de la eternidad divina y domina así todos los tiempos y en ellos se mantiene permanentemente presente...» (1085).
III. TESTIMONIO CRISTIANO
«Cuando meditamos, oh Cristo, las maravillas que fueron realizadas en este día del domingo de tu santa Resurrección, decimos: Bendito es el día del domingo, porque en él tuvo comienzo la creación... la salvación del mundo... la renovación del género humano... en él el cielo y la tierra se regocijaron y el universo entero quedó lleno de luz. Bendito es el día del domingo, porque en él fueron abiertas las puertas del paraíso para que Adán y todos los desterrados entraran en él sin temor» (Fanqîth, Oficio siríaco de Antioquía) (1167).
IV. SUGERENCIAS PARA EL ESTUDIO DE LA HOMILÍA
A. Apunte bíblico-litúrgico
«... su descubrimiento [del sepulcro vacío] por los discípulos fue el primer paso para el reconocimiento del hecho de la Resurrección. "El discípulo que Jesús amaba" (Jn 20, 2) afirma que, al entrar en el sepulcro vacío y al descubrir "las vendas en el suelo" (20, 6) "vió y creyó" (Jn 20, 8). Eso supone que constató en el estado del sepulcro vacío (cf Jn 20, 5-7) que la ausencia del cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro (cf Jn 11, 44)» (640).
Los protagonistas de la perícopa son Pedro y el otro discípulo «que Jesús amaba». Serán los primeros testigos de la Resurrección. Al ver el sepulcro vacío, creen. La fe está vinculada a entender la Escritura: «que El había de resucitar de entre los muertos». Del principio al fin de la Revelación, Dios se muestra siempre fiel, no abandona ni a su pueblo ni a cada uno de sus hijos. Ni se deja vencer en fidelidad. Por eso resucita al Justo por excelencia, «el Hijo amado, el predilecto».
Los protagonistas de la perícopa son Pedro y el otro discípulo «que Jesús amaba». Serán los primeros testigos de la Resurrección. Al ver el sepulcro vacío, creen. La fe está vinculada a entender la Escritura: «que El había de resucitar de entre los muertos». Del principio al fin de la Revelación, Dios se muestra siempre fiel, no abandona ni a su pueblo ni a cada uno de sus hijos. Ni se deja vencer en fidelidad. Por eso resucita al Justo por excelencia, «el Hijo amado, el predilecto».
B. Contenidos del Catecismo de la Iglesia Católica
La fe:
La Resurrección de Cristo y la Santísima Trinidad: 648-650.
Resucitados ya con Cristo: 1002-1004.
Resucitados ya con Cristo: 1002-1004.
La respuesta:
Esperanza personal y comunitaria: 1817-1821. 1042-1050.
La Eucaristía y la resurrección: 1402-1405.
La Eucaristía y la resurrección: 1402-1405.
C. Otras sugerencias
Para que el misterio de la resurrección arraigue en el corazón, es imprescindible la experiencia de la vida de Dios en nosotros, en cuanto es posible en este mundo. La actividad espiritual, la atención a la vida del Espíritu en nosotros, en línea con el «ejercicio cuaresmal», conducen a tal experiencia.
«"La Iglesia, desde la Tradición apostólica que tiene su origen en el mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que se llama con razón 'día del Señor' o domingo"» (1166). El Domingo es el símbolo real de la identidad cristiana, que reclama la celebración de la Eucaristía y del Día.
«"La Iglesia, desde la Tradición apostólica que tiene su origen en el mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que se llama con razón 'día del Señor' o domingo"» (1166). El Domingo es el símbolo real de la identidad cristiana, que reclama la celebración de la Eucaristía y del Día.
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