
Sorprende que a veces se nos olvide que este es el mayor genocidio de nuestros tiempos. Con cientos y cientos de miles de niños que mueren antes de conocer su nombreY a pesar de las campañas de propaganda que quieren hacernos creer que la Iglesia no es madre, y que desprecia a la mujer sin preocuparse por ella, yo solo conozco iniciativas de laicos y religiosos (también son Iglesia) que acompañan a las mujeres antes de abortar para que tengan a su hijo, y después de abortar porque el Estado las ha dejado tiradas y abandonadas con su dolor y el remordimiento de su acción. Y sorprende que a veces se nos olvide que este es el mayor genocidio de nuestros tiempos. Con cientos y cientos de miles de niños que mueren antes de conocer su nombre. Y cientos y cientos de miles de familias que cargan una cruz difícil de soportar. Una cruz que alguien les dijo que no era tal, que era un regalo y que valía la pena, y luego han descubierto que estaba repleto de clavos oxidados. Y tuvo que venir Abascal, ese político tan odiado y despreciado, a veces por la propia Iglesia, para decir lo que también quisiéramos escuchar de muchos otros. Y tuvo que venir a poner en el debate público y político temas que algunos habían enterrado y así les gustaría que siguieran. Y tuvo que venir Abascal a decir lo obvio, porque otros ni están ni se les espera. Así fue la conversación: - Susanna Griso: "Si no tiene que haber injerencia del Estado en la vida personal, ¿por qué prohibir el aborto?". - Santiago Abascal: "Porque ninguna persona puede hacer ninguna injerencia en la vida de otra. Ni siquiera una madre en la vida que lleva dentro y que no le pertenece". Podemos seguir perdiendo el tiempo discutiendo sobre si VOX es una opción o no para los católicos, pero haríamos mejor en emplear el tiempo en identificar por qué ha sido la propia Iglesia (y ahora hablo de la Jerarquía) quien ha abandonado la batalla moral y cultural dejando a los católicos a su suerte. Y por eso resulta especialmente molesto que ahora perdamos el tiempo criticando a los que de un modo mejor o peor, más o menos inteligente, más o menos amable, levanten esa bandera, cuando lo que tendría que cabrearnos, y mucho, es porqué otros la han arriado. Precisamente quienes con más fuerza tendrían que levantarla.
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