Ciudad del Vaticano
El Cardenal Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, comenzó el viernes pasado desde Chicago su visita a los Estados Unidos, y continuará hasta el 24 de junio.
La primera etapa fue la visita a las comunidades católicas orientales de Estados Unidos con el encuentro con la Eparquía de San Nicolás de los ucranios. El Prefecto llegó a la "Villa Ucraniana" de Chicago, una zona en la que los emigrantes de Europa del Este se han concentrado a lo largo de las décadas. Aquí pudo visitar la majestuosa catedral donde veneró el icono del tiempo litúrgico a la entrada del santuario y luego la iglesia dedicada a los santos Volodymir y Olga, también aquí fue recibido por una delegación de fieles y sacerdotes. En la misma Eparquía – como la Congregación para las Iglesias Orientales da a conocer en su comunicado – existe de hecho una división entre los fieles de la generación antigua, fieles a su propia identidad tradicional pero también plenamente insertos en el contexto local, y los de llegada más reciente, a menudo con muchos parientes todavía en Ucrania: mientras que el primer grupo acepta voluntariamente el uso del calendario gregoriano, los otros para no vivir la separación con sus familias y parientes en Ucrania piden poder seguir adoptando el calendario juliano en uso también entre los greco-católicos del país.
Para acompañar las diferentes sensibilidades hacia un camino común, coexisten todavía los dos "ritmos" festivo, signo de cómo la división entre cristianos respecto a los calendarios es una realidad para algunos ciertamente incomprensible, pero que concierne no sólo a las relaciones con los hermanos de la Ortodoxia, sino también entre las propias comunidades católicas. En el contexto visitado, estas diferencias no se perciben como una fuente de división u oposición –salvo alguna dificultad para los sacerdotes encargados de diferentes capellanías con diferentes calendarios – sino como una forma de atención pastoral a las diferentes sensibilidades causadas por los diferentes momentos de emigración e inserción en el nuevo contexto, conscientes del deseo de que puedan evolucionar y de que la Pascua es única para todos, católicos y ortodoxos.
Después de una visita a la Cancillería y a la residencia del Obispo, el Cardenal se dirigió a la sala del Museo de Arte Moderno ucraniano, que a menudo acoge encuentros para el clero y los fieles de la Eparquía, donde se mantuvo una conversación fraterna con los sacerdotes y los laicos. El cardenal – dice el comunicado de la Congregación – recordó su visita de dos años a Ucrania, desde las zonas de Donbass afectadas por el conflicto en curso hasta el Santuario de Zarvanytsia, leyendo en los ojos y en la vida de la gente el dolor del sufrimiento experimentado en el silencio de los medios de comunicación internacionales, sino también la gran dignidad y el orgullo de su fe, la entrega al Señor y a la Madre de Dios, así como la certeza de la cercanía del Santo Padre que ya había iniciado la campaña de caridad y solidaridad para aliviar el sufrimiento de la población, más allá de cualquier afiliación étnica o confesional.
El encuentro concluyó con una serie de preguntas dirigidas al Cardenal sobre el papel de la Iglesia greco-católica ucraniana, sobre el funcionamiento de la Congregación, sobre la manera de implicar a los laicos – en particular a las mujeres – en la vida de la Iglesia católica oriental.

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