En un post de hace varios días, explicaba que yo suspendía juicio acerca de ese asunto. Cosa que no me costaba hacer porque los periodistas, tantas veces, no son buenos profesionales y la información de la que disponemos los lectores es, por tanto, muy parcial.
Pero quiero dejar bien claro que yo no tomo postura. Y no tomo postura porque mi información es limitada. Pero, qué duda cabe, que dentro del mundo teológico está habiendo movimientos, como si de un tablero de ajedrez se tratase. Y los movimientos pueden ser más afortunados o menos afortunados. Resulta evidente que no todo da lo mismo. Lo mismo pasa con los nombramientos episcopales. Pero yo no puedo hablar de lo que no sé. Yo solo podría hablar de lo que sé. Y, por caridad, muchas veces no lo hago.
Jesús quiere que el que puede y debe obrar, obre. Y que el que no tiene poder para nada, que ore y no aumente el dolor en la Iglesia. Los cardenales pueden obrar, yo soy un simple presbítero.
En la Iglesia, en el seno de la Madre Iglesia, hay tristezas. No nos tiremos piedras entre nosotros. Que la caridad cubra con su bondad la soberbia, la división y tantas otras cosas que hacen sufrir.
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