Federico Piana- Ciudad del Vaticano
El 31º Viaje Apostólico del Pontífice a África comenzará el próximo miércoles. En siete días, el Santo Padre visitará Mozambique, Madagascar y Mauricio. El lema de su peregrinación dedicada enteramente a la esperanza, la paz y la reconciliación es profético. En la primera etapa, en Mozambique, tras el encuentro con las autoridades locales, la sociedad civil y el cuerpo diplomático, el Papa acogerá a jóvenes de todas las religiones y se unirá a los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles para confirmarlos en la fe. En Mozambique, la presencia de cristianos, especialmente católicos, es de alrededor del 38%, mientras que los que pertenecen a la religión animista representan el 60%; los musulmanes son cerca del 2%.
Tete: prototipo de las periferias que están en el corazón del Papa
Tete es una de las diócesis del país con mayor número de católicos: cuenta con unos cuarenta sacerdotes y un centenar de religiosos y religiosas. Hay veintinueve parroquias en un territorio ilimitado de más de cien mil kilómetros cuadrados. Y no es extravagante entonces que cada sacerdote en Tete tenga más de seis mil bautismos al año en su haber. Tete es el prototipo de una periferia rica en vitalidad y en constante fermento que está en el corazón del Papa Francisco: una economía difícil pero que se recupera lentamente, bolsas de pobreza extrema con grandes aldeas donde incluso la electricidad racionalizada se convierte en un bien de lujo.
Paz, esperanza, reconciliación
Cuando al obispo, Monseñor Diamantino Guapo Antunes, se le pregunta cuál es el estado de ánimo de los fieles de su diócesis que se preparan para acoger al Papa, responde con un sustantivo que despeja cualquier duda: la alegría. “Todos los mozambiqueños aman al Papa Francisco y lo consideran un hombre de paz. Hay una gran expectativa por parte de todos”, dice. Y pensando en la esperanza, añade que sus fieles, como todo el pueblo mozambiqueño, están convencidos de que ésta es precisamente la virtud que necesita el país: “Sin esperanza no puede haber paz ni reconciliación. El mismo Santo Padre, en un mensaje que nos dirigió a los obispos la semana pasada, nos dijo que quería venir a recoger los frutos de la visita de esperanza, paz y reconciliación realizada en septiembre de 1988 por San Juan Pablo II”.
Confirmar a las personas en el camino de la comprensión mutua
Y la cosecha de la siembra de San Juan Pablo II puede describirse como abundante: un acuerdo de paz firmado en 1992 entre las dos facciones armadas en lucha durante décadas gracias a la mediación de la Comunidad de Sant'Egidio. Un acuerdo que ha conducido a la paz y a la recuperación económica y social. “Pero obviamente eso no es suficiente – dice Monseñor Diamantino Guapo Antunes – . Aunque hay una tranquilidad sustancial en el país, todavía hay brotes de violencia. Así, la presencia del Papa puede ayudar al pueblo mozambiqueño a ser confirmado en la esperanza y en la paz”.
La lucha contra las sectas, un desafío para la Iglesia mozambiqueña
La Iglesia de la diócesis de Tete, reflejo del entero Mozambique, es vital y viva. Monseñor Diamantino Guapo Antunes nos dice que la influencia positiva y capilar de la Iglesia llega a todos los rincones del país, no obstante las estadísticas y los números. “Es una Iglesia que se distingue por su servicio de evangelización, pero también por el de la promoción humana: la salud y la educación, por ejemplo”. A continuación, identifica uno de los complejos desafíos, que también afecta directamente a su diócesis: “Es el de la presencia masiva de sectas de origen africano. Están creciendo exponencialmente también en la comunidad católica y debemos hacer todo lo posible para detener su proselitismo. Tal vez restaurando una fuerte identidad a nuestros bautizados”.
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