Canadá ha reportado más de siete mil casos de coronavirus y 89 personas fallecidas por la enfermedad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las Misas públicas en la Arquidiócesis de Vancouver fueron suspendidas a partir del 20 de marzo, aunque las capillas de adoración pueden permanecer abiertas, siempre que se mantenga el distanciamiento social.
La capilla de adoración de la parroquia St. Patrick está abierta de 9:00 a.m. a 9:00 p.m., pero solo puede recibir un máximo de cuatro personas, para mantener el metro de distancia mínimo recomendado por las instituciones de la salud.
Para permitir que más fieles puedan realizar su oración, ahora el Santísimo Sacramento y la lámpara del tabernáculo son visibles desde la calle principal, siendo un signo de esperanza y consuelo para muchos católicos, quienes se ven impedidos de asistir a Misa en persona o de recibir la Sagrada Comunión.
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Sign up for a Main Street (socially-distant) holy hour. Link in bio. #streetadoration
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23 Mar, 2020 a las 8:34 PDTLa enfermera local, Sheena Devota, indicó al periódico The B.C. Catholic que este es un regalo increíble, el poder recordar que, “aunque no podemos recibir a Cristo en comunión, Él permanece siempre presente para nosotros de una manera muy real”.
Además, indicó que ver por la ventana a Jesús Eucaristía es una manera de mantener su vida espiritual, y animó a los demás fieles a realizar su oración desde la calle o desde el auto.
“Los sacerdotes han hecho posible estar con Jesús manteniendo la distancia social, solo necesitamos responder”, agregó.
Aunque no trata directamente con pacientes con coronavirus, el trabajo de Devota y sus compañeros en una unidad quirúrgica se hace cada vez más duro y complicado por el COVID-19.
“El brote me preocupa por aquellos que son vulnerables, por los que trabajan” directamente con los contagiados, indicó. “Estoy angustiada por la información errónea o la falta de comunicación que puede haber”, agregó.
Sin embargo, Devota indica que en Dios encuentra consuelo, en la presencia firme de Cristo en el Santísimo Sacramento haya paz y alegría.
“Ir a la Hora Santa y pasar tiempo con Él es una oportunidad para recordarnos nuestra verdadera identidad, como amados de Dios, y nuestro hogar final durante las muchas tormentas de la vida”, concluyó.
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