“El clamor de nuestro pueblo católico debe ser escuchado: necesitamos abrir nuestros templos, reconociendo que debemos evitar la presencia masiva de fieles y ajustándonos al protocolo de bioseguridad diseñado por cada diócesis para generar entornos protectores y evitar riesgos de contagio”, dijo el Prelado en un reciente comunicado titulado “Clamor de la Iglesia: Abrir los templos”.
El Obispo dijo esto ante el progresivo levantamiento de las restricciones para empresas, deportes, universidades, entre otros, siguiendo las medidas indicadas por el Ministerio de Salud.
Hasta el momento en Colombia hay 21.981 casos de coronavirus, provocando la muerte de 750 personas. El Gobierno dispuso inicialmente el aislamiento preventivo obligatorio hasta el 25 de mayo, pero luego se extendió hasta el domingo 31.
En su comunicado, el Obispo expresó su sorpresa al ver que “para el Instituto Nacional de Salud, los eventos religiosos se convierten en un riesgo ‘muy alto’ de contagio del coronavirus, mientras los centros comerciales, restaurantes, empresas de producción, entre otros, figuran como riesgo ‘alto-medio’”.
“Señores gobernantes, la Iglesia no es un virus para la humanidad; la Iglesia está revestida del poder de Jesucristo Resucitado y nosotros hemos acatado las medidas de higiene y seguridad, que ustedes han promovido”, prosiguió.
Mons. Quintero dijo que “la fe no es un virus, la fe es una virtud teológica, que nos abre a la dimensión de lo divino, que nos hace sensibles al dolor del prójimo, que nos permite aspirar a los bienes eternos, que favorece nuestra vida comunitaria y afianza nuestra identidad cristiana y nuestra respuesta de amor a Jesús, la esperanza que no defrauda”.
Además, “nuestros fieles necesitan como nosotros sacerdotes y obispos la vida sacramental que es un tesoro espiritual que jamás hallaremos en los bienes materiales; necesitamos de la Eucaristía, fuente inagotable de bondad, alimento espiritual que nutre nuestra alma, esencia, centro y culmen de la vida cristiana”.
Tras señalar que “una sociedad sin Dios, cae en el relativismo y subjetivismo moral, la acedia espiritual, el sinsentido de la vida, la desesperanza y el desencanto social”, el Prelado dijo que no está pidiendo permiso para reuniones masivas sino “la apertura de los templos, para continuar viviendo nuestra fe personal y comunitaria”.
“No ahoguen nuestra fe, no nos lleven al confinamiento espiritual. Aunque hemos cuidado y acompañado a nuestro pueblo a través de las redes sociales, de la tele asistencia, de los centros ‘shemá’ (carismáticos) virtuales, nuestra fe no puede ser virtual”, exhortó el Obispo de Armenia.
“Señor presidente, gobernantes, permítanos vivir nuestra vida espiritual para poder ayudarles igualmente a ustedes, en esta tarea de orar por el fin de esta pandemia”, concluyó.
Al final de su comunicado, Mons. Quintero propuso una oración para pedir por el fin de la pandemia y la apertura de nuestros templos, que compartimos a continuación:
Dios Padre de amor y de bondad, tú que escuchas el clamor de tu Pueblo,
atiende nuestra plegaria por el fin de esta pandemia.
Con la fuerza de tu poder, destruye este virus que sigue haciendo estragos,
sembrando miedo, dolor, sufrimiento y muerte.
Tú Señor, has enviado a tu Hijo Jesucristo, Camino, Verdad y Vida.
En Él, nuestra vida se fortalece, nuestra tristeza se transforma en alegría;
el dolor se convierte en esperanza; el temor es vencido por la fuerza de su amor.
Hoy Señor Jesús, te pedimos por nuestra Iglesia.
Haz que este confinamiento que hemos asumido
con disciplina social y compromiso ciudadano,
podamos superarlo con alegría, fe y valentía cristiana.
Haz Señor que nuestra vida se vaya normalizando,
que se reactive la economía
y se beneficien los diversos sectores económico, social, religioso.
Señor, toca el corazón de nuestros gobernantes para que,
reconociendo el valor de nuestra fe
y la necesidad de abrir nuestros templos,
favorezcan la unidad de la Iglesia y
podamos seguir trabajando por la solidaridad social
y el compromiso con los más pobres y necesitados.
Queremos, Señor, callejear la fe, anunciar tu palabra
y sembrar el evangelio en el corazón de nuestros hermanos.
Te lo pedimos por intercesión de la Santísima Virgen María,
Madre de la esperanza y estrella de la nueva evangelización.
Amén.
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