Según precisa, la fiesta de Pentecostés es “una de las tres grandes fiestas del año litúrgico católico, una de las tres Pascuas del año” junto a la Pascua de Resurrección y la pascua del nacimiento de Jesús, la Navidad.
“Pascua significa el paso de Dios por nuestra vida, en nuestra historia, en nuestra experiencia. Un paso de Dios que quiere divinizarnos, acercarnos más a él, hacernos partícipes de su divinidad”, explica el Obispo.
Por eso destacó que “en Pentecostés celebramos la venida del Espíritu Santo, que brota del corazón traspasado de Cristo en la cruz y resucitado. Ese corazón es como una ventana abierta de par en par por donde Dios se acerca hasta nosotros y por donde nosotros nos acercamos a Dios”.
Mons. Fernández destaca que es “un corazón que ha sido taladrado por nuestros pecados y nos hemos encontrado con la gran sorpresa de un amor desbordante, que perdona, un corazón lleno de misericordia, que invita constantemente al arrepentimiento para entrar en comunión con Él”.
“El Espíritu Santo es el aliento permanente de esta comunidad fundada por Jesucristo, es el alma de la Iglesia. El Espíritu Santo rejuvenece continuamente a la Iglesia, la embellece con sus dones y gracias, la presenta renovada y engalanada como una novia para su esposo, Jesucristo”, asegura el Prelado.
También explica que “el Espíritu Santo genera en nosotros una profunda sintonía con Jesucristo, nos hace sentirnos hijos de Dios, nos hace experimentar que Dios es nuestro Padre, que somos hermanos miembros de una misma familia” por lo que “vivir en gracia de Dios es vivir conscientemente esa relación filial, gozosa con el Padre; fraternal, amistosa, esponsal con el Hijo Jesucristo, habitados por el Espíritu Santo que ocupa nuestro corazón como un templo de Dios”.
Por eso insiste en que “cuando uno vive esa relación honda con las personas divinas rompe el cerco de la soledad y el aislamiento, vive siempre acompañado, disfruta de una participación de la misma vida de Dios, vive en “otro mundo” y desde ese mundo se acerca a las realidades terrenas. Toda la vida cristiana es vida en el Espíritu Santo, es vida espiritual”.
En el día de Pentecostés se celebra también el Día del Apostolado seglar y la Acción Católica, este año bajo el lema “Hacia un renovado Pentecostés” que se hace eco del reciente Congreso de Laicos “Pueblo de Dios en salida”, y, según afirma Mons. Fernández “ha supuesto un nuevo impulso para la Iglesia en España con el protagonismo de los laicos en la vida de la Iglesia y en la vida pública de la sociedad actual”.
Según afirma el Obispo de Córdoba, “la clave de esta renovación eclesial es la experiencia profunda de la acción del Espíritu Santo en nuestros corazones, de manera que la Iglesia se renueve constantemente y ofrezca a la sociedad de hoy la alegría del Evangelio”.
“No es momento de achicarse, tampoco de creerse más que los demás. Es momento de vivir la realidad de nuestras vidas: amados de Dios, somos incorporados al Cuerpo de su Hijo, y recibimos constantemente el Espíritu Santo que ahuyenta nuestros miedos y nos da el arrojo de lanzarnos con parresía, audacia, a la evangelización de nuestro tiempo. A darla vida, como Cristo, para la salvación del mundo”, afirma.
También subraya que “Pentecostés es el don perfecto de la Pascua. El don que Cristo resucitado hace a su Iglesia, el don del Espíritu Santo, nada menos que la tercera persona de Dios, que viene a vivir en nuestros corazones como en un templo”.
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