Organizado en 70 preguntas, el libro desarrolla temas principalmente relacionados con la sociedad, la familia, el dolor, las nuevas tecnologías, la fe y la Iglesia y pretende, pretende, según Hermida “responder a preguntas que importan a mucha gente, incluso no creyente pero que preocupan en la sociedad en general y que pueden dar luz”.
Se estructura en cuatro capítulos en los que se habla de “nuevos retos: nueva creatividad”; “Familia: misión y destino”; “Misma doctrina: tiempos nuevos”, y “El alcance de la libertad”.
Se trata de una extensa entrevista recogida en el libro, en la que el Prelado anima a poner de nuevo “la gratuidad en el centro de las relaciones, no el mero interés” y subrayar la misericordia frente al mérito, el amor incondicional frete al interés o el beneficio”.
Según afirma Hermida, las respuestas del Prelado han sido “precisas e increíblemente al detalle” y destaca que Mons. Ocáriz, como Físico y Teólogo, “tiene una visión muy reposada y cuando lees las respuestas ves que tiene muchos datos que baraja sin hacer caso omiso del aspecto negativo que muchas de esas cosas pueden tener, pero es capaz de ver la luz, y hacer camino hacia ello, siempre con esperanza”.
En el libro Mons. Ocáriz subraya que ante la fragilidad y volatilidad de la relaciones humanas, es necesario “una emergencia afectiva” que “sane las heridas del corazón y ayude a alcanzar la madurez”.
En relación a este tiempo de pandemia, Mons. Ocáriz afirmó que “todos hemos descubierto o redescubierto de un modo nuevo que necesitamos a los demás, que somos parte del mismo mundo”, y por eso pidió no actuar “como agentes externos incontaminados, que no existen sino como miembros de la única familia humana”.
Y recordó que “la vitalidad en la Iglesia no depende tanto de fórmula organizativas, nuevas o antiguas, cuanto de una apretura total al Evangelio, de un impulso real y profundo por amar más y mejor a Dios y los demás”.
En relación con las familias, Mons. Ocáriz destacó la importancia de “caminar juntos en la aventura del proyecto de vida familiar, equilibrar las esferas de la familia y del trabajo” porque ser padre es” una relación profunda, afectiva que requiere implicación plena”.
El libro pretende también ser un homenaje a aquellas “personas comprometidas con el bien y la justicia social, y tantas que en su existencia cotidiana ofrecen un valioso testimonio de fe y vida cristiana. Quizá no hacen tanto ruido o su presencia no es tan vistosa, pero qué duda cabe de que son una fuente de bien y esperanza para la Iglesia y para el mundo”.
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