El pasado mes de junio, tras convertirse en el Obispo más anciano del mundo, Mons. Iguacén recibió la visita del Obispo de Tenerife, Mons. Bernardo Álvarez y del Obispo de Huesca, Mons. Julián Ruiz.
Según destaca el diario el Heraldo de Aragón, Montserrat Brescó, superiora de la residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados donde vive el Prelado, explicó que en los últimos meses su estado físico se ha deteriorado, aunque sigue comunicándose con las personas que lo cuidan en la residencia para las que “siempre tiene una bendición”.
En una entrevista concedida a la Diócesis de Tenerife el pasado mes de febrero con motivo de su 104 cumpleaños, Mons. Iguacén explicó que recuerda sus años en esa diócesis “con mucho afecto”.
“Aproveche todo para darme, porque mi idea era darme a los demás: “Aquí estoy para servir a los demás”. Y si enfermo pues enfermo y si muero pues muero, pero dándome, y me duele no haberlo hecho mejor lo de lo que lo hice”, aseguró.
A los jóvenes el Prelado les animó a que “se entreguen a los demás, que su vida no sea egoísta, sino que vivan para los demás. Porque no hay amor más grande que dar la vida. Pues demos la vida. Sea soltero, casado, consagrado… lo que sea. No vivir para mi sino para los demás. Esa ha sido mi ilusión”.
En una entrevista concedida en el año 2018 al diario ABC, Mons. Iguacén recordó que “he vivido con toda mi ilusión el sacerdocio. Dar mi vida sin reserva, lo que me pidieran. Si tuviera que volver a escoger mi vocación, volvería a ser sacerdote”.
Entonces aseguró que tan sólo hay una tarea de la que no se ha jubilado: “Confesar a todo el que me lo pide”.
Breve biografía
Mons. Iguacén nació en la localidad de Fuencalderas, en la ciudad de Zaragoza (España) en 1916. Estudió en el Seminario de la Santa Cruz en la ciudad de Huesca. Por el inicio de la Guerra Civil española, cuando tenía 19 años, tuvo que trasladarse a Comillas, donde trabajó como telegrafista y fue herido en la cara. Al término de la contienda volvió a su seminario de origen y fue ordenado sacerdote en junio de 1941, con 29 años.
Hasta 1970 desempeñó diversos cargos pastorales en la diócesis de Zaragoza y posteriormente fue nombrado Obispo de la diócesis de Barbastro y en 1974 fue Obispo de la Diócesis de Teruel y Albarracín.
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