En la capilla de San Fermín en la iglesia de San Lorenzo en Pamplona, el Arzobispo recordó que “en el corazón de todos los pamploneses y de todos los navarros hay una fuerte experiencia de devoción a la fiesta de San Fermín”.
“Una cosa es la fiesta del santo que sigue en pie y otra cosa los festejos que se han aplazado. Por eso en estos momentos celebramos la fiesta bien acogida por todos los devotos y amigos de San Fermín”, destacó el Prelado en la Eucaristía en la que se guardó todas las medidas sanitarias necesarias para evitar el contagio del coronavirus.
Mons. Pérez recordó que “venimos a los pies de San Fermín para rogarle que nos ayude a vivir con nobleza de corazón y dando gracias por el fin con el que hemos sido creados y es para amar puesto que la fuente está en Dios. Y este es el auténtico humanismo. Un humanismo que niega de raíz a Dios, es un humanismo que poco tiene que ver con lo humano”.
El Arzobispo de Pamplona pidió a San Fermín “que nos ayude a vivir la autenticidad de la realidad humana y nos eche el capotico en este nuevo tiempo” y a la Virgen María que “nos empuje a ser coherentes en nuestra vida y consecuentes con nuestros gestos de amor que son los más humanos”.
El Prelado advirtió del peligro del “humanismo exclusivo que pone su énfasis en colocar al ser humano como centro del universo” pero que “no ha dado con la solución a los problemas del corazón humano”.
“La única manera en el universo en que podemos cambiar en realidad y convertirnos es por medio de aceptar y creer la verdad de Dios y su plan de salvación en Jesucristo”, aseguró, porque “solo así por la gracia de Dios podremos ver el mundo y la vida de otra manera y lo humano adquiere su auténtica valoración puesto que ha renacido espiritualmente”.
Es el amor a Dios, “el mismo que se requiere para amar al prójimo, no es algo que tenemos por naturaleza. El Señor tiene que realizar una obra en nuestro interior para que seamos investidos con tal amor, que es fruto del Espíritu Santo cuando viene a morar en nosotros”.
El Arzobispo de Pamplona destacó que “el testimonio de San Fermín tenía como base, en su experiencia humana, este modo de ejercitar la esperanza” porque “necesitamos que Dios transforme nuestros corazones” y eso es algo que “ni las propuestas ideológicas, ni las propuestas sociales de cierto humanismo han funcionado jamás para cambiar el corazón de los hombres”.
Es una promesa que fue “comprada por Jesucristo en la cruz a favor nuestro. Esto es lo que necesita la humanidad para cambiar en lo más profundo. Sólo Dios puede transformarnos realmente. Un humanismo que se abre a la trascendencia es un humanismo verdadero. El humanismo por sí mismo no es suficiente, necesita la gracia de Dios revelada en Cristo”.
En estos momentos difíciles que estamos pasando, Mons. Pérez aseguró que deben hacernos reflexionar porque “la pandemia de la Covid-19 está martillando nuestras conciencias y es un aldabonazo para que meditemos y nos preguntemos: ‘¿Estoy en el recto camino y me encuentro a bien con el Dios que me ama?’”.
Ante esta situación los cristianos “no hemos de sentirnos ni frustrados ni avergonzados” sino alentados a seguir anunciando el Evangelio de Jesucristo “que ha venido a sanar los corazones afligidos”.
El Prelado agradeció a todos los trabajadores esenciales que durante la pandemia han sacado adelante los aspectos vitales de la vida social, pero también a los sacerdotes.
San Fermín, que fue “mártir por ser coherente con la fe y supo superar los halagos de los que querían que él apostatara. Fue fiel porque supo dar lo mejor de sí y rompió el mito que para ser buena persona conviene acomodarse a las ideologías de turno y a lo políticamente correcto”.
El Prelado insistió en que San Fermín es ejemplo de auténtico humanismo porque “lo humano es enarbolar la verdad y no dejarse llevar por la mentira”, “es ponerse al servicio de los necesitados sean de la condición que sean”, “mirar cara a cara a Dios y no tener rubor de seguir sus mandamientos, aunque nos digan que esto no es actual ni moderno”, “respetar la vida en todas sus facetas: el humanismo de la vida” y “perdonar cuando hemos sido ofendidos, como hizo San Fermín antes de ser martirizado”.
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