El Cardenal Antonio Cañizares, Arzobispo de Valencia (España) habló en su carta semanal titulada “Téngalo en cuenta la LOMLOE”, sobre algunos aspectos de la reforma de la ley de educación, conocida por las siglas LOMLOE, que el gobierno español pretende llevar a cabo.
El Gobierno de España, de coalición entre PSOE y Podemos, tomó el periodo de estado de alarma por el COVID para avanzar en la tramitación de esta reforma de proyecto de ley conocido como LOMLOE sin consenso parlamentario. Esta ley, entre otros, discriminaría de la asignatura de Religión, que tendría carácter voluntario y eliminaría el criterio de “demanda social” para la programación de plazas gratuitas, por lo que sería Administración educativa la que distribuiría a los alumnos en los centros, sin tener en cuenta la libertad de elección de los padres.
Según explica, el Cardenal Cañizares, “la escuela del siglo XXI ha de educar y proporcionar una educación integral de la persona, por encima de todo”, está también “al servicio de la transmisión sistemática y crítica de la cultura mediante la formación de personas libres, conscientes, críticas y creadoras”.
La escuela “ha de empeñarse en un proyecto educativo que busque sinceramente el bien integral del hombre y de la sociedad protegiendo la libertad contra toda coacción niveladora en los primeros pasos de la vida del hombre, o contra el pensamiento único o el relativismo”, insistió.
La educación debe, según el Arzobispo de Valencia, “ponerse al servicio de un proyecto educativo que persiga el ayudar a los alumnos a aprender a ser hombre y el arte de vivir, el educar la persona de manera que se realice en la verdad y en el amor”, es decir, “educador de la persona humana”.
Porque, según subrayó, “la persona es el núcleo de la escuela, que no se olvide en la LOMLOE, ni lo olviden los padres para exigirlo”.
En ese sentido, el Cardenal insistió en que “la escuela en la situación actual no puede renunciar a su condición de ser un lugar señalado para la formación integral del hombre, mediante la asimilación sistemática y crítica del universo cultural”.
El cardenal también aseguró que el objetivo “irrenunciable” de la institución escolar es “formar el hombre desde dentro, liberarlo de todo lo que le impide vivir plenamente como persona”, y esto “lleva consigo su efectiva referencia a una determinada visión del hombre y a su sentido último, para afirmarlo, negarlo o prescindir de él, en definitiva, a una antropología verdadera”.
Por eso el Arzobispo de Valencia insistió en que es “preciso reconocer el valor humanizador, integrador y de convivencia de lo religioso, la apertura a la trascendencia, mejor, a Dios para una existencia humana que quiera abrirse a la realidad total del mundo y no cegar ninguna de las expectativas del espíritu humano”.
De esta manera, destacó que la Escuela del siglo XXI “debe asumir con toda decisión las dimensiones propias del proceso formativo”, es decir, las tareas de instrucción, formación y educación, propias de la escuela, y responder con estas tareas a las preguntas del por qué de las cosas; los valores y creencias y los hechos históricos; pero también “el sentido que tiene todo, la totalidad de lo real, mi vida personal, cuál es mi origen y mi destino, qué sentido tiene la vida y la muerte, y así poder realizarme como uno mismo con mi identidad propia, original e intransferible”.
“Sólo cuando se responde a ese triple plano de preguntas con las tres tareas asignadas a la escuela, podemos decir que la escuela está cumpliendo su cometido”, aseguró el Cardenal y aseguró que la LOMLOE no sólo no responde a estas preguntas, sino que “ignora todo esto” lo que hace que se vaya “a ninguna parte y sin rumbo”
E insistió en que “la educación centrada en la persona y en orden a la realización de la persona es la clave de cara al futuro en la educación del siglo XXI”.
“Por ello, con honestidad y respeto exquisito a la libertad, habría que introducir también la religión en el conjunto de la educación de la persona, a la que debe servir la institución escolar”, aseguró el Arzobispo de Valencia.
Ya que, “de otra suerte corremos el riesgo de seguir reduciendo al hombre a cosas, con todas las consecuencias que conlleva, desgraciadamente patentes, de despersonalización y de apagamiento de la libertad en la verdad”.
Reconoce que “decir esto en estos momentos de profunda secularización en relación con la enseñanza resulta totalmente obsoleto, no se lleva”, pero considera que es claro el “vector fundamental e imprescindible para el futuro de la escuela en este siglo XXI, que la LOMLOE debiera intentar y perseguir”.
Puede leer la carta íntegra AQUÍ.
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