Concelebraron Mons. Celso Morga, Arzobispo de Mérida-Badajoz; Mons. José Luis Retana, Obispo de Plasencia, y Mons. Diego Zambrano, administrador diocesano de Coria-Cáceres.
También participó en la celebración el Obispo emérito de Segovia, Mons. Ángel Rubio Castro, hijo predilecto de la Puebla de Guadalupe y más de 70 sacerdotes de las Archidiócesis de Toledo y de Mérida-Badajoz y de las diócesis de Coria-Cáceres y Plasencia, además del padre provincial en España de la Orden de Hermanos Menores, fray Juan Carlos Moya; el padre Guardián, fray Guillermo Cerrato, y miembros de la comunidad franciscana que atiende el monasterio.
El Año Santo Guadalupense se celebra cada vez que el 6 de septiembre, fiesta litúrgica de Ntra. Señora de Guadalupe, coincide en domingo. En esta ocasión, finalizará el 8 de septiembre de 2021 y coincide con el 25 aniversario de la declaración del monasterio como patrimonio de la humanidad y con el centenario del nacimiento de san Juan Pablo II, el primer Papa que visitó Guadalupe.
La celebración comenzó en la antigua Iglesia de la Santísima Trinidad, desde donde inició la procesión hacia el templo jubilar, en la que participaron miembros de la orden franciscana seglar, representantes de caballeros y damas de Santa María de Guadalupe, que desfilaron en la procesión inicial, hasta el atrio del santuario.
Frente a la Puerta Santa, el Arzobispo de Toledo pronunció la oración previa a la apertura, inauguró de esta manera el Año Santo Guadalupense 2020-2021 y permaneció unos momentos de rodillas en oración silenciosa en el umbral de la Puerta Santa.
En la homilía el Arzobispo agradeció la labor de la comunidad franciscana que ha conseguido que el santuario sea “auténtico pulmón de esperanza” tal como pide el Papa Francisco.
Explicó que este jubileo se celebra en “unas circunstancias y unos momentos extraños; por lo menos, difíciles” y señaló que Guadalupe es “el lugar donde queremos llegar desde cualquier lugar; nos ponemos en camino hacia la casa de la Madre”.
En ese sentido recordó que en su vida ha encontrado “muy pocas personas en mi vida que se hayan sentido decepcionadas del amor de una madre”.
Mons. Cerro destacó que Guadalupe es “el hogar de la Madre de Dios, donde todos somos acogidos y donde a todos se nos abraza” e insistió en que la Virgen de Guadalupe, la “Morenita de las Villuercas”, será “un pulmón” que nos ayudará “a respirar esperanza en los momentos nada fáciles que nos toca vivir”.
Además el Arzobispo de Toledo recordó que el cristianismo es una “religión del amor que provoca peregrinos”, “peregrinos de la fe abiertos a la esperanza y viviendo siempre la caridad”.
En ese sentido aseguró que “éste es un lugar donde siempre se nos quiere, donde siempre se nos perdona y donde siempre encontramos la esperanza cierta de un amor incondicional” e insistió en que Guadalupe “es hogar de sanación”.
“¡Cuánto le gustaría al Papa Francisco, si pudiera estar aquí con nosotros, descubrir algo que es precioso en este Jubileo: Guadalupe es como un hospital de campaña, un lugar de sanación!”, porque “la Virgen de Guadalupe, como enfermera, curará nuestras heridas”, aseguró Mons. Cerro.
El Arzobispo de Toledo pidió a la Virgen de Guadalupe, “patrona de Extremadura, nos ayude, en este jubileo a acudir como peregrinos, a pie descalzo, al encuentro con la Madre de Dios, para curar nuestras heridas”.
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