Francisco arribó a Eslovaquia la tarde del domingo, luego de haber estado medio día en Budapest (Hungría), para clausurar el Congreso Eucarístico Internacional que se realizó durante la semana, y sostener encuentros con los obispos, con los líderes de la comunidad judía y de otras confesiones cristianas, y reuniones privadas con el presidente y el primer ministro.
Ayer, nada más llegar a Bratislava, el Santo Padre inició su agenda oficial con un encuentro ecuménico en la nunciatura apostólica y una reunión privada con los miembros de la Compañía de Jesús en el país.
Sin embargo, la acogida oficial tuvo lugar hoy, lunes 13 de septiembre. El Papa primero celebró la Santa Misa en privado y, a continuación, se trasladó al Palacio Presidencial de Bratislava, conocido como el Palacio Grassalkovivch, donde fue recibido por Čaputová.
Construido en el año 1760, este histórico edificio es la residencia presidencial de Eslovaquia desde 1996. El devenir histórico del edificio lo ha marcado como uno de los puntos más emblemáticos de la identidad eslovaca.
Construido para ser la residencia del Conde de Grassalkovich, el palacio fue, a continuación, auditorio de música donde el compositor Joseph Haydn estrenó algunas de sus óperas, cuartel general alemán durante la Segunda Guerra Mundial, y residencia de jerarcas comunistas tras la derrota nazi y la instauración del dominio soviético.
Tras la caída de la Unión Soviética en 1989, fue transformado una vez más para darle su actual uso institucional.
Al ingreso al palacio, se realizó la ceremonia de bienvenida, en la cual el Papa Francisco recibió de manos de dos niños, vestidos con trajes tradicionales, el regalso del pan y la sal. Luego, el Santo Padre y la presidenta se dirigieron a la Sala de Oro del Palacio Presidencial para la visita de cortesía.
Luego de unos minutos, ambos salieron y,tras la firma del Libro de Honor, tuvo lugar en la Sala Verde el intercambio de regalos y la presentación de la familia de la presidenta eslovaca.
En el Libro de Honor, el Santo Padre escribió: "Peregrino en Bratislava, abrazo con afecto al pueblo eslovaco y rezo por este país de raíces antiguas y rostro joven, para que sea un mensaje de fraternidad y de paz en el corazón de Europa”.
El Papa Francisco entregó a la mandataria una medalla pontificia con la figura de la Virgen de los siete dolores, patrona de Eslovaquia, y con la doble cruz que es uno de los símbolos del país europeo.
Una vez terminada la visita de cortesía, el Papa Francisco y Čaputová ingresaron al jardín del Palacio Presidencial para el encuentro con las autoridades, representantes de la sociedad civil y miembros del cuerpo diplomático.
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