Es hijo de inmigrantes –su padre es italiano y su madre griega– y trabaja sus obras con un elemento común: el hierro.
Ahora, el Papa Francisco le ha hecho varios encargos, alguno de los cuales pudo ver el pasado 16 de octubre en Castel Gandolfo, donde se encuentra la residencia de verano de los Papas, a 20 kilómetros de Roma, que Francisco no utiliza.
Se trata del Cristo Obrero y la Virgen de Luján, ambas realizadas con material de descarte de la misma villa pontificia que estaban abandonados. Cada una pesa alrededor de 600 kilogramos
Las esculturas fueron realizadas durante dos años por presos y jóvenes con problemas judiciales y se podrán contemplar también en los Museos Vaticanos.
Alejandro Marmo ha explicado a ACI Prensa que “ahora estoy viviendo en Roma”, pero “uno habita donde el arte lo lleva y lo porta”, aunque “lo que me hace vivir es estar cerca de mi familia y hacer arte”.
En su opinión, estas esculturas “portan un mensaje” y pueden aportar una “estética de la esperanza”. Lo que intentan contar es el mismo mensaje del Papa Francisco: “no caer en la cultura del descarte”.
“Venimos trabajando con el Papa Francisco en los suburbios de la ciudad de Buenos Aires hace mucho tiempo, hace muchos años, con este concepto: ¡El arte puede evangelizar la esperanza!”, dijo el artista.
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