La decadencia de la cultura del matrimonio está asociada a un aumento de pobreza
Corrientes (AICA): “Es cada vez más evidente que la decadencia de la cultura del matrimonio está asociada a un aumento de pobreza y a una serie de numerosos otros problemas sociales que azotan de forma desproporcionada a las mujeres, los niños y los ancianos. Y son siempre ellos quienes sufren más en esta crisis”, aseveró el arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, y agregó: “Navidad, iluminada por la Santa Familia de Jesús, María y José, es perdón y amor entre los esposos; es abrirse generosamente al don de la vida y dar espacio y atención a los hijos; es hacerse cargo con amor de los ancianos; es dar testimonio convencido y valiente de los beneficios que el matrimonio y la familia puede dar a los hijos, a los esposos y a la misma sociedad”.
“Por ello, la Iglesia mira con íntimo gozo y profunda consolación –leemos en el texto de preparación al próximo Sínodo– a las familias que permanecen fieles a las enseñanzas del Evangelio. Gracias a ellas se hace creíble la belleza del matrimonio indisoluble y fiel para siempre. En esto la Santa Familia de Nazaret es el modelo admirable”, agregó.
El prelado sostuvo que “la Iglesia, maestra segura y madre atenta, desea identificarse con la mirada misericordiosa de Jesús para acompañar con atención y cuidado a sus hijos más frágiles, marcados por el amor herido y extraviado, dándoles de nuevo confianza y esperanza, conscientes de que el amor misericordioso, al igual que atrae y une, transforma y eleva. Invita a la conversión”.
“Así entendemos la enseñanza del Señor, que no condena a la mujer adúltera, pero le pide que no peque más. Se trata de aprender a acoger y acompañar con paciencia y delicadeza las situaciones de tantas personas que no viven en el espíritu del matrimonio cristiano. Para ello, es muy importante el testimonio atractivo de las auténticas familias cristianas. Aprovecho para agradecer el acompañamiento y la asistencia pastoral que realizan en nuestra arquidiócesis varios movimientos y asociaciones, coordinados por el Equipo de Pastoral familiar”, precisó.
El arzobispo correntino insistió en el valor de la Sagrada Familia e indicó que “con Jesús, Dios se hace cercano y asume nuestra condición humana haciéndonos sus hijos y renovando de raíz los vínculos familiares, empezando por valorar la verdad y la belleza de la complementariedad entre el hombre y la mujer, la estabilidad, la fidelidad y el amor fecundo, que responden a los deseos más profundos del corazón humano”.
Asimismo, recordó que “en el discurso a los participantes en el coloquio internacional sobre la complementariedad del hombre y la mujer, el Papa Francisco advirtió sobre la falsedad de calificar con conceptos ideológicos y hablar de familia conservadora o familia progresista: la familia es familia, sentenció. Y más adelante añadió: ‘Vivimos en una cultura de lo provisional, en la que cada vez más personas renuncian al matrimonio como compromiso público’”.
“Esta revolución en las costumbres y en la moral ha ondeado con frecuencia la ‘bandera de la libertad’, pero en realidad ha traído devastación espiritual y material a innumerables seres humanos, especialmente a los más vulnerables. Es cada vez más evidente que la decadencia de la cultura del matrimonio está asociada a un aumento de pobreza y a una serie de numerosos otros problemas sociales que azotan de forma desproporcionada a las mujeres, los niños y los ancianos. Y son siempre ellos quienes sufren más en esta crisis”, aseveró.
Monseñor Stanovnik afirmó que “en medio de esta realidad, marcada por luces y sombras, como hace dos mil años, también la Navidad es el sí de Dios al hombre y, en la persona de Jesús, es el comienzo de lo nuevo. Allí resplandece el esplendor del verdadero amor. Por eso, mirando el pesebre en esta Navidad, renovemos el mandamiento del amor aplicándolo sobre todo a los vínculos familiares.
“Navidad, iluminada por la Santa Familia de Jesús, María y José, es perdón y amor entre los esposos; es abrirse generosamente al don de la vida y dar espacio y atención a los hijos; es hacerse cargo con amor de los ancianos; es dar testimonio convencido y valiente de los beneficios que el matrimonio y la familia puede dar a los hijos, a los esposos y a la misma sociedad”, concluyó.+
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