María es imagen de una Iglesia comprometida con su misión, afirma Mons. Arancedo

BUENOS AIRES, 26 Dic. 14 (ACI).- El Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Mons. José María Arancedo, instó a los fieles a comprometerse con su misión cristiana, imitando el mensaje de caridad contenido en el canto del Magníficat y tomando a María como ejemplo de ayuda a los más necesitados, a través de un ‘fiat’ generoso digno de imitar que está íntimamente unido al Misterio del Nacimiento de Jesús en Belén como parte del “proyecto salvífico de Dios”.

El Prelado explicó que si bien en el pasaje evangélico de la Anunciación todo está orientado a Jesucristo, el personaje central es la Virgen María. “Podemos decir que la humanidad entera estuvo pendiente de este diálogo y de su aceptación”, subrayó.


Asimismo, Mons. Arancedo señaló que Dios hizo su obra en María y que ha sido sostenida por su amor y elección, encontrándose en ella una respuesta generosa de aceptación a su voluntad.


“En este marco de la conciencia de estar ante una obra de Dios, ella recibe el anuncio de que va a ser la madre del Hijo único de Dios: ‘Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús’. Conocemos la respuesta, pero nos hace bien repetirla, como lo hacemos cuando rezamos el Angelus: ‘Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho’”, explicó.


Gracias a esta respuesta se muestra el acto de amor más grande que Dios regaló a la humanidad: La Encarnación, cuya referencia, nos dice el Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, “tiene un profundo sentido humano e histórico: no hay nacimiento sin concepción”:


“La Concepción de Jesucristo por obra del Espíritu Santo en la Virgen María es el comienzo de la Encarnación, que es el acto mayor de la historia del amor de Dios que no abandona al hombre. La concepción de Jesús en el silencio de María el día de la Anunciación, y la alegría de su nacimiento en Belén el día de Navidad forman una unidad en el proyecto salvífico de Dios”, enfatizó.


El Prelado recordó que el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia señala que “los discípulos de Cristo están llamados a renovar en sí mismos –la conciencia de que no se puede separar la verdad sobre Dios que salva, de la manifestación de su amor preferencial por los pobres y los humildes, que, cantado en el Magníficat, se encuentra luego expresado en las palabras y las obras de Jesús”


María, concluyó, es “la primera discípula y misionera de Jesucristo y, por lo mismo, la imagen de un cristiano responsable de su fe y de una Iglesia comprometida con su misión”.


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