Los testigos de Jehová rechazan la celebración de la Navidad y atacan al cristianismo por conmemorar el nacimiento de Jesús. Lo cuenta Luis Santamaría, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), en un artículo publicado en el portal Aleteia, y del que publicamos algunos extractos a continuación.
Según los testigos de Jehová, todo lo relativo a esta efeméride es de origen pagano y se aparta de la Biblia. Sin embargo, un análisis de su postura revela que, por un lado, estamos ante una forma de despojar a Jesucristo de su categoría divina y, por otro, se trata de una técnica de control social de sus miembros, a los que aíslan del resto de la sociedad.
Los testigos de Jehová no celebran la Navidad
Entre otras muchas costumbres y prácticas –sustentadas en prohibiciones– que llaman la atención de los testigos de Jehová está la de no celebrar la Navidad. No celebran el nacimiento de Cristo. No sólo porque rechacen la fecha del 25 de diciembre como la ocasión de la encarnación –que para ellos no es tal, ya que Cristo no tiene categoría divina en su sistema doctrinal–, sino que no lo hacen en fecha alguna.
El ex adepto español Antonio Carrera, después de salir de la secta escribía que sus antiguos correligionarios, “en su propósito de aparentar ser puros y no contaminarse con nada de origen pagano, alegan que siendo Navidad una fiesta que no está señalada en la Biblia, no debe celebrarse”. Así como no celebran ningún cumpleaños. Afirman que Jesús nada mandó acerca de celebrar su nacimiento, por lo que no debe hacerse. Pero todo apunta a que se trata de otra de sus técnicas para mantener a los adeptos del grupo aislados del resto del mundo en materia de costumbres y relaciones sociales.
La eterna disputa sobre la fecha del nacimiento de Cristo
En sus libros y revistas, ante la cuestión de la datación del nacimiento de Jesucristo, afirman repetidamente que “podemos estar seguros de que no nació un 25 de diciembre”. Parten del razonamiento ampliamente aceptado de que en diciembre los pastores no podrían haber estado con los rebaños al aire libre, razonamiento que mezclan enseguida con la tesis del origen pagano de la fecha establecida para la Navidad. Una tesis (la de la cristianización posterior de una fiesta romana –las Saturnales– coincidente con el solsticio de invierno, además de su mezcla con la figura oriental del dios Mitra) que cada vez es más puesta en duda.
Hay varias teorías que señalan al 25 de diciembre como una fecha puesta por razones teológicas mucho más profundas que la simple asunción y transformación de una fiesta pagana dedicada al sol invicto identificado después con Jesucristo. Una de estas teorías se basa en que los judíos consideraban que Dios hizo la creación del mundo un 25 de marzo, y los cristianos también comenzaron a celebrar ese día el nacimiento de Cristo. Después la Iglesia decidió conmemorar ese día mejor la anunciación a María, con lo que el alumbramiento sería el 25 de diciembre.
Una segunda teoría que ha cobrado fuerza es la que se basa en una antiquísima tradición que afirmaba que Jesús habría muerto el mismo día del año en el que fue concebido: el 25 de marzo. Sumándole los 9 meses redondos de gestación, llegamos de nuevo al 25 de diciembre. Otra teoría se basa en la convicción de los primeros cristianos, también teológica, de que Cristo habría nacido el mismo día que Adán. Y para terminar, otros llegan al 25 de diciembre desde los cálculos de los turnos sacerdotales, ya que la Biblia sí contextualiza cuándo tuvo lugar la anunciación del ángel a Zacarías.
No sabemos si Cristo nació un 25 de diciembre o no. Parece ser que no habría sido en esa fecha. Lo que sí está claro es que el establecimiento de esta fecha es una afirmación teológica, que lo sitúa, tanto histórica como cosmológicamente, como el centro de la realidad: Dios hecho hombre. Algo que rechazan totalmente los testigos de Jehová.
Los magos de Oriente y el empeño en desdivinizar a Jesús
Por un lado, los testigos de Jehová rechazan totalmente a los magos como paganos e idólatras. Por otro lado, despojan a Cristo de toda divinidad, en consonancia con su teología arriana. Lo primero podríamos entenderlo inicialmente, ya que es cierto que los misteriosos personajes que presenta el evangelio según San Mateo eran seguidores de las religiones de la Antigüedad que buscaban en las estrellas todo lo divino. Algo condenado por la Sagrada Escritura. Sin embargo, los cristianos los consideramos ejemplo de itinerario religioso, ya que pasaron de esa religiosidad errónea al culto al Dios verdadero, descubierto en el Niño recién nacido en Belén.
Claro, aquí viene el problema para los testigos de Jehová: para ellos, Cristo no es Dios. Lo que les lleva a manipular el texto bíblico –como hacen en el resto de su llamada Traducción del Nuevo Mundo– para cambiar el sentido de lo que explica san Mateo. En el capítulo 2 de este evangelio se emplea dos veces el verbo proskyneo, que significa en el contexto bíblico “adorar”, y que ellos traducen, sin embargo, por “rendir homenaje”. Según los testigos de Jehová, lo que hicieron los magos de Oriente al encontrar al Niño fue “rendirle homenaje”.
El rechazo de Papá Noel y los regalos
En sus escritos analizan a fondo la figura de Papá Noel o Santa Claus, y señalan acertadamente que procede de la figura histórica de San Nicolás de Mira (o de Bari), para decir después, sin rodeos: “tanto desde el punto de vista histórico como bíblico, Santa Claus no tiene nada en común con Jesucristo”. ¿No tiene nada que ver el que fuera arzobispo de la Iglesia, concretamente en Asia Menor en el siglo IV? Para ellos, claro que no, ya que los únicos cristianos verdaderos serían los testigos de Jehová, prácticamente desaparecidos de la faz de la tierra desde los tiempos de los apóstoles hasta su “reaparición” en el siglo XIX.
Siguiendo adelante, los testigos de Jehová también rechazan los regalos navideños, refiriéndose de nuevo a las Saturnales romanas, en las que se hacían regalos. Además, dicen que no puede obligarse a dar regalos, porque según las palabras de Cristo “hay más alegría en dar que en recibir”, y es malo verlo como una carga. Algo añadido al “engaño” al que se estaría sometiendo a los niños, educándolos en algo que no tiene nada que ver con Jesús. El catálogo de lo rechazado es mucho más amplio, y abarca todas las culturas y modalidades de celebración, ya sean las Posadas iberoamericanas, el roscón de Reyes, el Nacimiento, las cabalgatas, el turrón o las señaladas con anterioridad.
¿Siempre ha sido así este rechazo?
No, no siempre ha sido así. Como tantas cosas en esta secta, ha habido un cambio radical en su postura, algo que intentan esconder a sus miembros (casi imposible en la era de Internet). Intentan explicar lo inexplicable –esos cambios radicales de doctrinas y prácticas– desde una tesis que podríamos llamar de “revelación abierta o inconclusa”, y que ellos denominan “iluminación espiritual”, mediante la cual se sienten en la misma posición que los primeros cristianos, ya que “el espíritu de Dios descansa sobre su organización”.
En Internet pueden encontrarse unos documentos muy valiosos, escritos y fotográficos, que nos revelan que los dirigentes del grupo celebraron la Navidad y alentaron la celebración. Así, podemos ver tarjetas de saludo navideño y felicitación con el membrete de la Watchtower Society (la sociedad mercantil que gobierna a los testigos de Jehová) y firmadas por su fundador, Charles T. Russell; fotografías de los integrantes de la sede central de la secta en torno a la mesa en la mañana de Navidad; anuncios escritos y artículos de sus revistas, etc. Entre otras cosas, hacían ofertas especiales de los libros de la organización para regalar en Navidad, cuando ya hemos visto qué piensan ahora tanto de la celebración como de los regalos.
Para leer el artículo entero, ir a la página de Aleteia .
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