Han sido ocho mil las personas que han intervenido para responder el cuestionario planteado por la secretaría del Sínodo de los Obispos, entre los cuales hay sacerdotes, diáconos y laicos que sirven en las parroquias del país.
De los miles de sacerdotes participantes, la mitad señala que se confiesa una vez al año o que simplemente ya no lo hace.
En líneas generales, los presbíteros que tienen a su cargo a los fieles de Alemania, no aprecian el celibato y declaran tener una “confusión sexual” que se traduce en una distorsionada aceptación del estilo de vida homosexual e incluso “la bendición en las iglesias del segundo matrimonio realizado por civil”.
Estos sacerdotes también apoyan la tesis del Cardenal Walter Kasper y de otros obispos alemanes que promueven el acceso a la Eucaristía de los divorciados en una nueva unión.
Los resultados del cuestionario también revelan que los sacerdotes dedican poco tiempo a la oración, en medio de fieles que, en su mayoría, asisten a las iglesias más por tradición que por convicción.
Las respuestas han sido publicadas en el sitio web de la Conferencia Episcopal Alemana señalando que “la repetición del cuestionario ha generado en muchos fieles grandes expectativas del Sínodo de los Obispos, del que se esperan mayores desarrollos de la doctrina de la Iglesia y de su pastoral sobre el matrimonio y la familia”.
El Cardenal Kasper, junto a los Obispos alemanes, han liderado la ofensiva para forzar a la Iglesia a aprobar la comunión para los divorciados en nueva unión.
La Iglesia en Alemania es la más adinerada en el mundo, con casi 7 mil millones de dólares de presupuesto anual. Este dinero es obtenido en su mayoría gracias a un impuesto que es obligatorio para todos los católicos del país.
Los católicos alemanes que no paguen este impuesto, según decretaron los obispos alemanes en 2012, no pueden recibir sacramentos de Confesión, Comunión, Confirmación o Unción de los Enfermos.
Expertos como el periodista Damian Thompson han señalado que los “vastos presupuestos” con que cuentan han creado “una mentalidad en la que los obispos alemanes se sienten con derecho a dictar la práctica pastoral de las diócesis del tercer mundo cuyas iglesias están desbordando (de fieles), pero no puede permitirse el lujo de reemplazar una bombilla”.
“Los obispos alemanes planean dominar –uno está tentado a decir secuestrar– las discusiones sobre la comunión para divorciados en el próximo Sínodo”, advirtió Thompson en un artículo de diciembre de 2014 en el diario británico The Spectator.
Diversas autoridades de la Iglesia han desautorizado el planteamiento del Cardenal Kasper sobre facilitar la comunión a divorciados en nueva unión, entre ellos el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller; el ex Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica y actual Capellán de la Soberana Orden Militar de Malta, Cardenal Raymond Leo Burke; el presidente emérito del Comité Pontificio de Ciencias Históricas, Cardenal Walter Brandmüller; el Arzobispo de Bolonia, Cardenal Carlo Caffarra, uno de los teólogos más cercanos a San Juan Pablo II en cuestiones de moralidad y familia; y el Cardenal Velasio De Paolis, Presidente emérito de la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede.
En opinión de algunos analistas del tema, los resultados del cuestionario en vistas al Sínodo de octubre recuerdan lo que decía el entonces Papa Benedicto XVI al Comité Central de Católicos Alemanes en 2011.
En aquella ocasión Benedicto XVI dijo que “en Alemania la Iglesia está organizada de manera óptima. Pero, detrás de las estructuras, ¿hay una fuerza espiritual correspondiente, la fuerza de la fe en el Dios vivo? Debemos decir sinceramente que hay un desfase entre las estructuras y el Espíritu. Y añado: La verdadera crisis de la Iglesia en el mundo occidental es una crisis de fe. Si no llegamos a una verdadera renovación en la fe, toda reforma estructural será ineficaz”.
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